En 1985, la Unión Europea implementó el proyecto Capital Europea de la Cultura para destacar anualmente a aquellas ciudades consideradas focos de la cultura en el Viejo Continente. Las primeras elegidas fueron Atenas, Florencia, Ámsterdam, Lisboa, París y Praga, aunque posteriormente fueron seleccionadas urbes menos conocidas, como Turku (Finlandia), Graz (Austria) y Sibiu (Rumania), las cuales igualmente cumplían con la condición de exhibir una fuerte apuesta hacia las artes, la arquitectura y su identidad.