Hoy más que nunca, las personas usan su identidad digital permanentemente: en el trabajo, en la casa y en todas las aplicaciones, dispositivos y servicios con los que interactúan cotidianamente. Sin embargo, hasta ahora, los datos personales no eran propiedad de la persona, sino que eran controlados y pertenecían a un tercero, ya sea empresa u organismo. Debido a esto se ha desarrollado la identidad descentralizada.