El tesoro que logró obtener Paul Narce no lo disfrutó. Tampoco tuvo hijos ni otros familiares directos que pudieran recibirlo. La impresionante colección de monedas de oro que llegó a armar un hombre en Francia terminó oculta en un hueco abierto en una pared. Un escribano (notario) encargado de liquidar los bienes de Narce lo encontró.