La comunidad científica confirmó la detección de PN7, un objeto que acompaña a la Tierra desde mediados de los años sesenta en una trayectoria que lo clasifica como cuasi-luna. Su presencia pasó inadvertida durante más de medio siglo, lo que reabre interrogantes sobre la dinámica orbital cercana al planeta.
El hallazgo fue realizado a finales de agosto por el observatorio Pan-STARRS, en Hawái. Según los especialistas, PN7 se sincronizó con la órbita terrestre alrededor de 1965 y podría abandonar su configuración actual hacia 2083, cuando adoptaría otra trayectoria alrededor del Sol.
Los astrónomos describen a PN7 como una roca del tamaño de un edificio que acompaña a la Tierra en un bucle que la hace avanzar y retroceder respecto del planeta. “Estos objetos permiten observar procesos orbitales en tiempo real”, señaló Kat Volk, del Instituto de Ciencias Planetarias de Arizona.
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La Tierra cuenta con otras cuasi-lunas conocidas, distintas de las minilunas capturadas temporalmente por la gravedad terrestre. En la actualidad no hay minilunas activas, aunque se estima que siempre existe al menos un cuerpo de pocos metros orbitando de forma transitoria.
Entre los ejemplos previos figura Kamoʻoalewa, detectada en 2016, cuya composición podría vincularla con la superficie lunar. China lanzó una misión para estudiarla y traer muestras rocosas, con el fin de esclarecer su origen.
Las hipótesis sobre el origen de estos cuerpos incluyen fragmentos de asteroides cercanos a la Tierra, restos del cinturón de asteroides desplazados por la influencia de Júpiter o material desprendido de la Luna en colisiones antiguas. Los investigadores esperan que nuevos telescopios, como el Observatorio Vera C. Rubin, permitan identificar más objetos de este tipo. (I)




