Las rutinas aceleradas, los horarios apretados y las exigencias laborales o académicas de la actualidad han tenido una curiosa pero importante consecuencia en la población adulta: se ha perdido la costumbre de dormir la siesta. Pero un estudio, elaborado entre investigadores de la University College de Londres, la Universidad de Harvard y la Universidad de la República de Uruguay, resalta que tomar siestas durante el día ayuda de varias formas a nuestro cerebro.