Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos decidieron este año detener las pruebas clínicas de plasma convaleciente de COVID-19 (denominado C3PO) en pacientes que llegaban a emergencias con síntomas leves o moderados de la enfermedad.
Su argumento es que no se vieron beneficios para los 511 pacientes con factores de riesgo con los que inició el estudio en agosto de 2020, en las áreas de emergencias de 47 hospitales estadounidenses.
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Sin embargo, una prueba con 100.000 personas en el tercer trimestre de 2020, realizada por la Clínica Mayo, sugiere que el tratamiento con plasma convaleciente está asociado con un 7,3% de menor mortalidad en pacientes que recibieron plasma con altos niveles de anticuerpos, en comparación con quienes recibieron plasma con niveles menores.
El doctor Dr. R. Scott Wright, uno de los líderes de este segundo estudio, dijo que programas como el C3PO son demasiado pequeños para ofrecer conclusiones sobre la eficacia de la terapia. “Hacen falta más de 1.000 pacientes para mostrar la eficacia de los beneficios”.
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El tiempo para donar es corto
Pero también podría ser que la ventana para donar el plasma convaleciente sea más corta de lo que se pensaba, según una publicación de la Universidad del Estado de Pennsylvania de febrero de este año.
La persona ideal para donar plasma es un paciente recuperado de la enfermedad, mayor de 30 años, cuya enfermedad haya sido severa.
El momento óptimo para la donación en el uso de la inmunoterapia contra el COVID-19 (aprobado por la FDA en agosto de 2020) es 60 días después de la primera aparición de los síntomas.
“Nuestros descubrimientos permitirán identificar a los donantes más prometedores y sugieren que estas personas tienen que dar sus muestras rápido, antes de que los anticuerpos desaparezcan”, dijo el profesor de microbiología y enfermedades infecciosas Vivek Kapur.
Para investigar la duración de la respuesta inmune al SARS-CoV-2, el equipo examinó la carga de IgM, IgG y anticuerpos neutralizantes en 175 donantes.
Los IgMs son el primer grupo de anticuerpos en aparecer. A las dos semanas, el cuerpo los cambia por la producción de IgG, más resistentes. Y los anticuerpos neutralizantes de virus (VN) son aquellos IgM e IgG que se ligan directamente a los virus y evitan que se infiltren en las células.
“Los niveles de VN son la mejor métrica posible para identificar potenciales donantes para inmunoterapia, porque proveen mayor inmunidad”, explicó Abhinay Gontu, investigador asistente de Penn.
Encontraron que los anticuerpos IgM e IgG tienen un promedio de 140 días de persistencia, pero los VN declinan rápidamente. En 60 días están debajo de los niveles recomendados por la FDA para la donación.
Estudio sobre la experiencia en Guayaquil
No solo los tiempos del donante determinan el éxito. “Es importante establecer el plazo en el cual va a utilizarse el plasma”, dice el doctor Jorge Oliveros Alvear, jefe del Servicio de Hematología del Hospital Luis Vernaza e investigador principal del estudio Uso del plasma convaleciente en pacientes de COVID-19: experiencia en Guayaquil, Ecuador (2020), publicado en la revista Blood, de la Sociedad Americana de Hematología.
Entre los resultados consta que la tasa de supervivencia de pacientes que recibieron plasma convaleciente en el hospital guayaquileño fue más alta que en aquellos a quienes se les dio el tratamiento estándar (64,1% vs. 46,2%), en el grupo que necesitó ventilación mecánica. Y todos los que no necesitaron el respirador se recuperaron exitosamente. No hubo reacciones adversas relacionadas a la transfusión.
“Nosotros recomendamos (el uso de plasma en pacientes) antes de los diez primeros días de la enfermedad”, señala el doctor Oliveros; “la etapa óptima es dentro de los primeros cinco días desde que se conoce que tiene la enfermedad o que se tiene una prueba positiva”. Esperar a tener síntomas e ir a la emergencia, como ocurrió en el estudio C3PO, iría contra esta recomendación.
Predecir qué paciente va a desarrollar una enfermedad severa es complejo. Se sabe que las personas vulnerables tienen desventaja. “Por eso nuestra hipótesis es usar el plasma de manera precoz en pacientes de alto riesgo”, dice Oliveros.
¿A quiénes se les puede administrar plasma convaleciente? “Los pacientes vulnerables”, afirma el hematólogo, “en quienes el plasma cumple dos funciones: una, antiviral, y otra, generadora de inmunomodulación, la calidad de respuesta al proceso infeccioso”. Se incluye a mayores de 65 años o con comorbilidades como diabetes, hipertensión, tabaquismo, enfermedades pulmonares previas, inmunosupresión u obesidad.
El médico asegura que de esta manera han conseguido reducir la mortalidad, pero también la necesidad de la terapia intensiva, el respirador mecánico y otras complicaciones relacionadas al coronavirus. (I)