El hígado, esa compleja víscera que se encarga de filtrar toxinas, almacenar energía y digerir las grasas, puede verse afectado por diversas condiciones, como la enfermedad por hígado graso, la fibrosis, la cirrosis e incluso el cáncer hepático.
En este contexto, surge la duda: ¿es seguro consumir huevos si se padece de problemas hepáticos? La respuesta, como suele ocurrir en el mundo de la nutrición, no es tan simple y requiere analizar diversos factores.
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El huevo: un alimento con mala fama en la salud hepática
A pesar de ser un ingrediente básico en la gastronomía mundial y una fuente invaluable de nutrientes, el huevo ha cargado durante años con una mala reputación debido a su alto contenido de colesterol.
Esta creencia ha llevado a muchos a restringir su consumo, especialmente aquellos con problemas hepáticos. Sin embargo, la evidencia científica actual no respalda del todo esta asociación, tal como señala Mejor con Salud.
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“Ciertos tipos de lípidos presentes en los huevos, como los monoinsaturados y poliinsaturados, pueden ayudar a reducir la grasa en el hígado”, señaló al respecto este medio, el cual agrega que, además, “la presencia de colina en los huevos ayuda a mantener el hígado sano”.
Sumado a su alto contenido en vitaminas, minerales y propiedades antiinflamatorias, antioxidantes, anticancerígenas, este alimento aporta más beneficios que problemas, siempre y cuando se consuma forma moderada.
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¿Puedo comer huevo si tengo problemas con el hígado?
- Cantidad: Para personas sin cirrosis, se recomienda consumir de cinco a siete huevos por semana. En el caso de personas con cirrosis, la ingesta debería limitarse entre uno a tres huevos por semana, según Mejor con Salud.
- Forma de preparación: Evita freírlos o prepararlos en aceites. En su lugar, opta por cocer, hervir o escalfar los huevos.
- Acompañamientos: Acompaña los huevos con ensaladas, frutas y verduras. Evita comerlos junto a alimentos procesados, ricos en grasas saturadas, azúcares y harinas refinadas.
(I)