En una sociedad donde el murmullo constante del progreso y la comunicación nunca cesa, la pérdida de audición en los adultos mayores emerge como un desafío crecientemente pertinente, pero frecuentemente subestimado. Esta condición, más que un mero inconveniente, representa una barrera multifacética que afecta la calidad de vida, la interacción social e incluso la salud mental y física de quienes la padecen.