La obesidad es uno de los problemas que también se han agudizado durante la pandemia de COVID-19, si bien las estadísticas mundiales iban en aumento en los últimos años, el confinamiento ha propiciado esta situación.
Durante el encuentro ‘Obesidad, una pandemia silente’, el gerente médico regional de Merck, Juan Omar Toledo, indicó que una encuesta de la empresa Ipsos dio a conocer que durante la pandemia de COVID-19, el 60% de los adultos latinoamericanos entre los 33 y 50 años ha aumentado de peso.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció que se considera obesidad en adultos cuando el índice de masa corporal es igual o superior a 30, mientras que sobrepeso es cuando se llega a 25 o más. La causa principal de estas es que hay un desequilibrio entre las calorías consumidas y las gastadas, principalmente por el aumento de ingesta de alimentos de alto contenido calórico y un descenso de la actividad física.
La doctora Ana María Barragán, profesora de la Facultad de Medicina y Endocrinóloga de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG), explica que a simple vista es fácil identificar el sobrepeso u obesidad, pero no solo el aspecto físico se puede ver comprometido, también se pueden derivar otros problemas en nuestro cuerpo.
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Diversidad de enfermedades
La grasa en el interior del abdomen puede causar problemas metabólicos que se manifiestan en el cuello de algunas personas que puede parecer manchado de oscuro y se denomina acantosis nigricans, este un primer dato clínico de alarma. La especialista explica que en los exámenes se puede demostrar resistencia a la insulina y que de no atenderse puede desencadenar una prediabetes y luego una diabetes mellitus tipo 2, que si no es controlada puede manifestar complicaciones crónicas.
La obesidad también puede derivar en hipertensión arterial, que es propensa para quienes fuman. A esto se suma una afectación en el hígado, que se ve obligado a recibir más ácidos grasos que los convierte en lípidos lo que deriva en el aumento del colesterol, de los triglicéridos y del colesterol de muy baja intensidad que favorecen la aterogénesis (grasa que se pega en las arterias).
A nivel hepático, Barragán señala que el hígado graso puede llegar a una cirrosis hepática si no es tratada la causa. Además, que dos veces es más frecuente en las personas con obesidad grado 1 que se presente litiasis vesicular.
“El reflujo gástrico (sensación de que la comida se regresa del estómago hacia la boca) puede presentarse hasta en el 40% de los obesos y se debe a la presión intrabdominal sobre el estómago, así como las hernias abdominales por la presión sobre la pared del abdomen”, indica.
El sistema respiratorio también se ve afectado por la obesidad debido a que se requiere de un mayor trabajo muscular lo que provoca hipoventilación, disnea y falta de aire, además es común que se presenten ronquidos ante la grasa depositada en las vías aéreas superiores. Los broncoespasmos ocasionan que las infecciones respiratorias se presenten dos veces más en los niños obesos.
Barragán manifiesta que el 80% de los obesos puede desarrollar osteoartrosis lo que genera una afectación en articulaciones como la cadera, rodilla, entre otros, limitando su actividad física. En los hombres, la gota se presenta cuando el peso es un 30% mayor al peso ideal.
Además, como se mencionó anteriormente, la piel es afectada por el aumento de peso, ya que por la humedad en los pliegues cutáneos se presentan pigmentación e infecciones virales y micóticas. (I)