La predisposición genética a la depresión combinada con la exposición a la contaminación atmosférica por partículas hace crecer “enormemente” el riesgo de que las personas sanas sufran ese trastorno, según un estudio que publica hoy Pnas.
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La contaminación atmosférica afecta a importantes circuitos cognitivos y emocionales del cerebro al cambiar la expresión de los genes.
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La predisposición genética a la depresión combinada con la exposición a la contaminación atmosférica por partículas hace crecer “enormemente” el riesgo de que las personas sanas sufran ese trastorno, según un estudio que publica hoy Pnas.
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