Aunque la influenza y el COVID-19 comparten síntomas similares y se transmiten de manera parecida, son enfermedades causadas por virus distintos y con comportamientos clínicos propios. Con el avance de ambas enfermedades, especialistas insisten en la importancia de reconocer sus diferencias para buscar atención médica oportuna.
Según Mayo Clinic, tanto la gripe como el COVID-19 pueden presentar fiebre, tos, dolor corporal, fatiga y dolor de garganta, lo que hace difícil diferenciarlas solo por los síntomas. No obstante, el SARS-CoV-2 —el virus que causa el COVID-19— puede provocar cuadros más severos y un mayor riesgo de complicaciones a largo plazo, especialmente en personas vulnerables.
Además, la pérdida del olfato o del gusto, aunque también puede ocurrir en la influenza, se ha asociado con más frecuencia al COVID-19.
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Ambas enfermedades se transmiten principalmente por gotas respiratorias al toser, hablar o estornudar. Sin embargo, de acuerdo con el CDC, el coronavirus ha demostrado un nivel de contagiosidad mayor en comparación con la influenza estacional, lo que explica la rapidez con la que se han propagado brotes en comunidades y espacios cerrados.
En cuanto a la gravedad, Mayo Clinic señala que el COVID-19 ha mostrado una mayor tendencia a causar complicaciones como coágulos, inflamación multisistémica, problemas cardíacos y trastornos respiratorios persistentes, conocidos como “covid prolongado”.
La influenza, por su parte, puede derivar en neumonía o agravamiento de condiciones crónicas, pero suele tener una evolución más predecible.
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Las pruebas diagnósticas siguen siendo la única forma fiable de distinguir una infección de la otra. Tanto las pruebas rápidas como los PCR permiten confirmar cuál virus está presente, algo esencial para recibir el tratamiento adecuado.
Los expertos coinciden en que las vacunas siguen siendo la herramienta más efectiva para reducir hospitalizaciones y cuadros graves en ambas enfermedades. (I)





