Cuando somos jóvenes solemos dar por sentada la salud del órgano más grande de nuestro cuerpo, la piel. Pero con el tiempo -y en estos tiempos- empezamos a buscar en nuestra cara, sobre todo, signos del envejecimiento aun antes de que aparezcan.

Podría ser que la frente se expanda a medida que la línea del cabello retrocede. Las orejas se alargan porque el cartílago en ellas crece. Y la punta de la nariz cae por el debilitamiento del tejido conectivo que da soporte al cartílago nasal.

Para esas y otras preocupaciones están la alimentación saludable, el sueño suficiente, el buen manejo del estrés y el skincare, que se aplica desde la juventud como estrategia de cuidado personal y va cambiando a medida que se ganan años; puede ser el más básico (una crema hidratante, protector solar) hasta una compleja y posiblemente costosa rutina).

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Ciertos productos solo funcionan si se aplican en la cabina dermatológica. Foto: Shutterstock

Cuando somos jóvenes, la grasa facial está bien distribuida, acolchonando la frente, las sienes, las mejillas y los alrededores de los ojos y la boca. Al envejecer perdemos ese volumen, así que puede parecer que ciertas partes se sueltan y otras se hunden. La grasa se va abajo, a la barbilla y al cuello. Y se forman arrugas.

A estas alturas usted ya debe haber sentido la tentación de buscar un espejo. Si bien hay que celebrar la edad y los cambios, que son inevitables, no hay razón para abandonar nuestra piel a su suerte. Pero tampoco para convertir esta causa en ansiedad o adelantarse cuando no hay necesidad de ciertos productos o procedimientos, nos explica la médica dermatóloga Blanca Almeida Jurado. Primero entendamos lo que nos conviene.

“El llamado skincare (cuidados de la piel relacionados con lo estético) está adelantándose, por cuanto los niños y adolescentes hacen uso de redes sociales y quieren iniciarse a muy temprana edad, cuando su piel aún no está lista, por ello sería prudente esperar al menos que lleguen a la pubertad, cuando empieza la actividad de las glándulas sebáceas”.

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Hay algunos pasos que no nos ayudan, como los astringentes o las cremas con estimulantes que no funcionan si no se aplican en la cabina dermatológica.

Hay algunos pasos que no nos ayudan, como los astringentes o las cremas con estimulantes que realmente no funcionan si no se aplican en un tratamiento en cabina dermatológica

Una rutina básica de cuidado de la piel

¿Qué puede hacer la persona adolescente o adulta para darle un cuidado básico a la piel? La médica nos indica:

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  1. Retirar el maquillaje o protector solar con una solución micelar.
  2. Lavar con jabón neutro o productos libres de jabón, dependiendo de si la piel está sana o tiene una patología como el acné, rosácea o alergias.
  3. Usar un hidratante es indispensable.
  4. En el día, añadir un protector solar adecuado.

Suena bastante sencillo. Pero el mercado del skincare puede impresionarnos con su gran oferta y dejarnos sin saber por dónde empezar. La guía anterior nos da una luz. ¿Qué tipo de productos no aportan? “Hay algunos pasos que no nos ayudan, como los astringentes o las cremas con estimulantes que realmente no funcionan si no se aplican en un tratamiento en cabina dermatológica”.

El protector solar es tal vez el producto más importante de aplicación para el día. Foto: Shutterstock

En cuanto a otros tratamientos no quirúrgicos, las inyecciones de toxina botulínica, los rellenos y el láser tienen que venir por indicación médica, y pueden hacerse en combinación para obtener mejores resultados, dependiendo del objetivo, que debe ser realista. Crecer con gracia no es equivalente a la eterna juventud. “Y no olvidemos que la belleza de la piel depende mucho de nuestra salud en general”.

El skincare, una inversión necesaria, pero no excesiva

En Ecuador, el cuidado facial ya forma parte del día a día para muchas personas, pero no todos saben por dónde empezar ni cuánto invertir. La dermatóloga Andrea Navarrete, quien atiende en consulta privada en Guayaquil, señala que más que seguir tendencias, lo importante es armar una rutina que se ajuste al tipo de piel y al bolsillo.

Una rutina básica puede empezar desde los $ 15. “Con tres productos bien elegidos ya se puede empezar. Lo básico es limpiar, hidratar y usar protector solar todos los días. Nada funciona si no hay constancia”, señala Navarrete.

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Los procedimientos estéticos minimamente invasivos, como las inyecciones de toxina botulínica, deben aplicarse en un consultorio. Foto: Shutterstock

Un gel limpiador o una leche facial cuesta entre $ 4 y $ 8 en farmacias o supermercados. Para hidratar, se puede elegir una loción ligera si la piel es grasa, o una crema más densa si es seca. Esos productos rondan los $ 6 a $ 10. Y el protector solar, que es el paso más importante, tiene opciones desde los $ 5, aunque muchas fórmulas más ligeras o con acabado mate superan los $ 12.

La piel no necesita de todo a la vez. A veces menos es más, y la mejor rutina es la que puedes sostener sin complicarte.

Dra. Andrea Navarrete

A partir de ahí, quienes buscan tratar necesidades específicas como acné, manchas o resequedad intensa, suelen incluir otros pasos. Es el caso de los sueros con activos como ácido hialurónico, vitamina C o niacinamida, que suelen costar entre $ 10 y $ 20.

También hay exfoliantes químicos suaves, para usar una vez por semana, con precios que van desde los $ 12 hasta los $ 18. Esta combinación lleva la rutina a un nivel intermedio, con una inversión mensual entre los $ 35 y $ 60, dependiendo de la frecuencia de uso.

Rutinas avanzadas de skincare: aquí se elevan los costos

Las rutinas más avanzadas incluyen productos dirigidos a tratamientos puntuales. Retinoides, despigmentantes, contorno de ojos o mascarillas semanales pueden hacer que el gasto mensual supere los $ 80. Algunos frascos pequeños, sobre todo si son importados o de laboratorio, pueden costar más de $ 30 cada uno. “La piel no necesita de todo a la vez. A veces menos es más, y la mejor rutina es la que puedes sostener sin complicarte”, asegura la dermatóloga.

Más pasos no significan mejores resultados. El error más común es copiar rutinas ajenas o usar muchos productos sin saber para qué sirven.

“Antes de pensar en qué marca comprar, hay que saber cómo es tu piel. Eso define todo lo demás”, afirma.

  • Las pieles grasas necesitan fórmulas que controlen el sebo, sin resecar, y con ingredientes como niacinamida.
  • Las pieles secas responden mejor a texturas más densas y nutritivas, con componentes como glicerina, aceites o manteca de karité.
  • Las mixtas pueden usar productos distintos según la zona del rostro.
  • Las sensibles deben evitar perfumes o alcohol, optando por activos calmantes como la avena o la centella asiática.

La especialista insiste en que más pasos no significan mejores resultados. El error más común es copiar rutinas ajenas o usar muchos productos sin saber para qué sirven. Por eso, su recomendación es empezar con lo básico, observar cómo reacciona la piel y luego ajustar. Y lo único que no se discute, dice, es el uso diario de protector solar, incluso si está nublado o se pasa el día en interiores. (I)