“El autismo no es una enfermedad. Es una condición de vida, una forma diferente y particular de ver el mundo que tropieza con la comunicación y la socialización con los demás”, expone María José Jáuregui, psicóloga clínica y máster en autismo e intervención psicoeducativa.

Ella, quien también es terapista de comunicación y socialización, cuenta que los niños al iniciar su diagnóstico generalmente pasan por neurología, en donde les hacen encefalogramas, resonancias y hasta pruebas genéticas, y ocurre que hay casos en que los resultados salen bien o no hay nada en el cuerpo, pero los patrones siguen. Por eso, ella dice que se debe intervenir desde lo subjetivo, para constituir el yo.

Desarrollo del cerebro

El trastorno del espectro autista es una afección relacionada con el desarrollo del cerebro que afecta la manera en la que una persona percibe y socializa con otras personas, lo que causa problemas en la interacción social y la comunicación, explica Saúl Ochoa, neurocirujano del Omni Hospital.

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“El trastorno también comprende patrones de conducta restringidos y repetitivos. El término «espectro» en el trastorno del espectro autista se refiere a un amplio abanico de síntomas y de gravedad”, indica este médico especializado en las patologías del sistema nervioso.

Cuenta que son muchas las dudas que se generan en el rol de los padres, puesto que es muy complicado a veces saber si se está dando lo adecuado a una persona con autismo a lo largo de su vida para facilitar su desarrollo. Comenta que a veces, de manera habitual, se producen situaciones en que se sobreprotege a las personas con autismo.

Diversos síntomas o patrones

Son muchos y diversos los síntomas que podrían determinar un diagnóstico o un posible diagnóstico, dependiendo de la edad, de si está dentro del espectro autista o de si tiene algún problema de comunicación y de sociabilidad.

Sin embargo, hay pautas muy claras que se pueden ver desde los primeros meses de vida, menciona Verónica Morejón de Molina, terapista de niños con problemas de comunicación y sociabilidad en la primera infancia.

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Ella, que también es tecnóloga en Estimulación Temprana y tiene una licenciatura en Consejería Familiar, comenta que dentro de las conductas esperadas en los primeros meses de vida están el contacto visual que no suelen mantener, el ponerse irritables al contacto físico con otra persona, entre otros.

“En unos primeros meses de vida podemos ver si el bebé, sea niño o niña, puede seguir con la mirada objetos, puede estar conectado con la voz de un adulto, más si es su cuidador. He tenido casos de bebés que no toleran estar mucho tiempo en brazos, hay un rechazo desde los primeros meses de vida a un otro, en este caso, un adulto”.

En la medida que van creciendo hay otros signos de alerta que pueden ir identificándose:

  • Poco o nulo contacto con los pares de su edad.
  • Ver si al momento de jugar lo hace apropiada o regularmente como los otros niños.
  • Tienen mucha irritación frente a sonidos altos o comunes como la licuadora, la aspiradora, etc.
  • No se sienten cómodos en una reunión social como una matiné o una fiesta donde haya música alta.
  • Hay también niños con problemas de comunicación y de sociabilidad que tienen una hipersensibilidad, donde lo sensorial en su entorno lo perciben de una manera más aguda como no tolerar algunas texturas de ropa, tampoco les gusta ensuciarse, tienen una selección alimenticia bastante importante en muchas ocasiones, entre otros. Por eso es importante la evaluación de un experto.
  • “La sintomatología del autismo es una sintomatología muy dinámica, muy cambiante. Lo que antes podíamos determinar quizás como un autismo, porque tiene una sintomatología muy aguda, ahora es muy sutil en muchos casos”, señala Morejón.

La importancia de las terapias y apoyos visuales

Es necesario buscar las terapias adecuadas para los niños con autismo. Hay terapias de comunicación y socialización, por ejemplo, explica la psicóloga clínica María José Jáuregui. Ella dice que hay una diferencia entre las terapias de lenguaje y las de comunicación. Las primeras se enfocan, en su mayoría, en la pronunciación y no en la comunicación, que es lo que realmente se necesita.

“Las terapias de comunicación son para hablar, expresarse, contar sobre su vida, hablar en primera persona, poder identificar y nombrar emociones, conversar y todo lo referente a comunicar que no es lo mismo que decir palabras. Generalmente, los niños con autismo inician su lenguaje hablando sobre números, vocales, letras, entre otros temas que les gustan o apasionan”, manifiesta Jáuregui.

Asimismo, todos los niños con autismo necesitan utilizar apoyos visuales. Estos apoyos e historias sociales son los que los ayudan a entender los contextos sociales que son tan complejos por las reglas implícitas que tienen y que los regulares sobreentendemos y no lo decimos.

Los niños con autismo necesitan anticipación y rutinas visuales para poder entender su día y tener predictibilidad, de esa forma sienten control sobre su vida.

Los comportamientos disruptivos no son característicos del autismo, sino que son consecuencia de la falta de apoyos, agrega la psicóloga clínica. (I)