Recientemente alguien compartió una extensa cadena en contra de las vacunas en un grupo de estudio. Cuando se le pidió que no lo hiciera (la reunión tenía un propósito específico), la persona se ofendió y protestó, apelando a su antigüedad, a sus méritos y a un gran plan de dominación mundial.

Nadie quiso seguir discutiendo. Quedó la sensación de que se podía haber hablado con ella (¿talvez aparte, no en un grupo?), para entender su perspectiva y ayudarla a ver las cosas desde una visión diferente.

¿Vale la pena defender lo que uno cree que es la verdad aun con la posibilidad de que el otro lo tome como un ataque personal? ¿O vamos a acogernos al silencio en los entornos personales?

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Decir la verdad, conservar la relación

El primer impulso es rebatir y “sepultar” al otro con datos, pero cuando se trata de la familia y los amigos, los resultados pueden ser dolorosos o, como mínimo, pueden contaminar el tiempo que pasamos con personas a las que queremos y respetamos. ¿Cómo conversar con nuestros amigos, familiares y compañeros que comparten teorías de conspiración y noticias que nos dan todas las señales de ser falsas?

No se burle. Establezca empatía. Reconozca que su amigo o familiar está realmente preocupado y el asunto es importante para él o ella. Foto: Shutterstock

Siempre han existido teorías de conspiración, y en época de pandemia no iban a faltar. “Todos tenemos familiares o amigos que las difunden. O somos nosotros. Es importante que sepamos definir la gravedad del tema”, para entonces saber cómo actuar, dice la psicóloga clínica Cecilia Chávez-Bowen. Por ejemplo:

  1. Los mensajes antivacunas pueden causar una situación terrible en cuanto a salud. En esos casos, se debe intervenir. De manera respetuosa, pero firme, y hacer ver los riesgos.
  2. Si son asuntos menos graves, talvez el mejor camino para la paz familiar es no discutir si la situación se pone tensa. Ya habrá otros momentos en que se pueda aclarar. No es de vida o muerte.

En los grupos de chat se comparte mucha información no contrastada y ya se conoce quién es impulsivo y publica sin verificar y quién espera a tener bases. “Elijamos cómo queremos actuar. Seamos los que orientan”.

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Sin entrar en peleas, se pueden compartir artículos serios, de fuentes reconocidas. En temas médicos, prefiera las declaraciones de organismos oficiales y no videos o audios anónimos.

En lo político es igual, indica la psicóloga. “No se deje llevar por rumores, ni pelee en familia. Los políticos pasan, la familia debe permanecer”.

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Comunicación con respeto

El segundo impulso, cuando nos damos cuenta de que no nos están escuchando o cuando nos sentimos abiertamente atacados, es bloquear, una opción que parece útil y atractiva hasta que recordamos que estamos tratando con personas que nos importan. Debemos revisar nuestro estilo para comunicarnos, es la recomendación de la psicóloga y terapeuta familiar Toyi Espín de Jácome.

Al hablar con su amigo, rastreen juntos el origen de la información, e investiguen a los expertos detrás de las declaraciones cuestionadas. Foto: Shutterstock

“El problema no radica en si tenemos una idea o pensamiento contrario a las otras personas, sino en la forma, lugar y momento en los que transmitimos nuestras opiniones”, dice Espín. Esto parte de los valores que hemos desarrollado para la convivencia y la buena relación con los demás.

  • Ponga en práctica la tolerancia, entendida como una actitud respetuosa de las personas, aunque sus opiniones, ideas o actitudes no coincidan con las propias.
  • Pero también es necesaria la prudencia para hablar y buscar el momento oportuno para compartir nuestros propios puntos de vista. “La prudencia es la capacidad de pensar sobre los posibles riesgos que ciertos acontecimientos conllevan, y adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios”.

Si tomamos en cuenta estos dos valores, dice la terapeuta, habremos pasado al valor que se desencadena a raíz de ellos: el respeto, “la consideración de que algo o alguien es digno”.

¿Cómo no llegar al punto de la discusión acalorada o de la ofensa? Las reglas para una buena y sana relación deben ser declaradas y puestas en práctica. Especialmente si se trata de una amistad. Mejor conservar una amistad antes que perderla por asuntos triviales.

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Corregir a un amigo

Si después de todo esto ha llegado a la conclusión de que lo correcto es corregir la declaración de alguien, tenga en cuenta lo siguiente, recomienda Toyi Espín.

  • Al buen amigo, corríjalo en secreto y lóelo en público. “Esto manifiesta nuestro modo de proceder con los amigos”.
  • No tome las diferencias a título personal, y no se apasione, porque podría perder la cordura y desenfocarse, dejándose llevar por la emoción. “Debe prevalecer ante todo la razón”.
  • No tome las cosas de manera individualista, esto puede provocar un sentimiento de egoísmo y de competencia. Busque ser sensible y solidario frente a las opiniones diversas, recuerde conservar la relación como vínculo saludable.
  • Si los ánimos están a flor de piel, es mejor retirarse. Una vez que el ambiente esté más calmado, se puede retomar el tema.
  • Antes de hablar del tema que generó el conflicto, hable del compromiso y responsabilidad que se tiene en una relación de amistad, y la importancia de conservarla ante cualquier diferencia.
  • Si hay resistencia del otro lado, es mejor no seguir insistiendo en el asunto, hasta que la otra persona dé evidencias de querer hablar de eso.

¿Y si creemos que lo que estamos leyendo o escuchando hace daño a alguien? “Evitemos esto, acudiendo a la información correcta”, aconseja la psicóloga. “Es necesario informarse bien y de fuentes fidedignas. A veces tomamos lo que escuchamos, nos quedamos solo con esa información y la repetimos tal cual, sin verificar, por comodidad: no queremos investigar más”.