Si pasó por un cambio de escuela en la niñez, habrá sentido al menos una de estas reacciones: terror al estar en un lugar desconocido, tristeza por no ver a sus amigos, enojo con los padres por una decisión apresurada o alegría de haber llegado por fin a un lugar que sintió correcto. ¿De qué depende esto? No de la suerte, dicen los educadores consultados por este Diario.