Tengo 24 años; a los 19 años tuve mi primer hijo, el cual nació de una relación estable. Me casé, pero la infidelidad y la desconfianza hicieron que nos divorciáramos. Este proceso fue muy duro para mí y siento que no logro superarlo. A los dos meses de nuestra separación, él comenzó una relación con otra persona, decidió vivir con ella y se alejó de nuestro hijo. Ya no fue igual; no asume el verdadero rol de padre. Gracias a Dios, yo cuento con la ayuda de mis padres, vivo con ellos y han hecho que mi hijo se sienta en una familia. Pero mi gran problema es que yo me siento sola, siento que no puedo rehacer mi vida porque las personas que se han acercado no han sido serias, han sido por el momento y yo me he ilusionado mucho. Los que me rodean me dicen: “Vive el momento y ya”, pero yo estoy cansada de eso.