Hola, les escribo porque estoy desesperada y preocupada por mi sobrino, tiene 16 años y mi familia se enteró de que anda en muy malos pasos, está consumiendo y vendiendo droga. Él confiesa que es verdad que andaba vendiendo droga, pero lo de consumir lo niega. Digo andaba porque desde que nos enteramos, el papá se lo llevó a trabajar con él, y lo tenemos vigilado. Los padres son separados, a la mamá no le hace caso y se le escapa. Desde entonces, mi hermana lo va a dejar al taller y el papá lo trae de vuelta a casa. No está estudiando, abandonó el colegio. Necesito que me orienten para saber qué hacer. ¿Es necesario internarlo? Toda mi familia adora a mi sobrino y estamos dispuestos a hacer lo que sea para que no se pierda.
Tía angustiada
Estimada señora, comprendo la preocupación por su sobrino y sus intentos de ayudarlo y protegerlo. Sin embargo, considero que sería más adecuado que sean sus padres quienes se encarguen de él y de su situación. Su sobrino es un adolescente y como tal su manera de enfrentar sus dificultades está influenciada por lo que sucede en su entorno más inmediato, de ahí que es posible que esta sea la causa para que tales decisiones no sean las más apropiadas para su vida.
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Usted menciona, además, que la familia del muchacho ha experimentado un cambio muy fuerte con la separación de sus padres, por lo que es menester atender esa situación para evitar males mayores en su conducta en un futuro. Por esa razón que deben ser los padres o quien se encuentre a cargo de él, quienes tomen contacto con un profesional que los pueda guiar sobre las acciones necesarias (sesiones terapéuticas psicológicas y/o psiquiátricas, internamiento) para ayudar al muchacho en su orientación de vida.
El que los padres de una familia se hayan separado supone una ruptura emocional muy importante para los hijos y más cuando se trata de menores o adolescentes. Esta fractura a su vida emocional es difícil de gestionar sin la comprensión necesaria de los hechos. Visto desde ese ángulo, la decisión de introducirse en actividades ilícitas puede estar ligada al intento de no querer ver o saber sobre lo doloroso que sucede en su núcleo familiar y por ende, de la necesidad de ser aceptado por su grupo de amigos, bandas o personas con otros fines y propósitos, pero con quienes se siente más identificado e inclusive acogido.
Ser adolescente siempre ha sido una de las etapas más vulnerables de la vida y el cambio que experimentan no solo difícil para ellos, también lo es para sus padres, quienes no atinan sobre cómo conducirse o gestionar la relación con ese adolescente, que está cambiando constantemente de manera física, emocional y conductualmente. De ahí que la conducta adolescente no es lo suficientemente comprendida y es también la razón por lo que dicha conducta está plagada de prejuicios, mitos y creencias, que en lugar de servir de “ayuda” suelen “empeorar” la situación del adolescente.
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Para resumir, considero que el consumo de sustancias ilícitas no es el único problema de su sobrino, aunque sí es uno de los más graves. La base de este problema reside en la ruptura de la comunicación parental, por los propios problemas de los que está adoleciendo el sistema familiar. Por tanto, le recomendaría que la atención y orientación que necesita su sobrino con sus problemas de conducta, por tratarse de un menor, debería dispensarse o mediatizarse a través de sus padres o persona encargada de su cuidado, quienes a su vez también necesitan participar del proceso psicoterapéutico. Eso sería lo más recomendable para trabajar el sistema familiar.