Soy una mujer madura y divorciada. Tengo una relación con un hombre casado a quien he amado mucho a pesar de lo mal de nuestra relación, pero hace tiempo su mujer lo descubrió y ahora vivimos juntos. Pero desde ese momento ha cambiado mucho en todos los aspectos, portándose egoísta y duro, así como complicado con las finanzas del hogar. No sé qué le pasó. Aún lo amo, pero parece que no olvida a su familia, y todos los problemas que tenemos me han decepcionado mucho. ¿Qué debo hacer?
Triste
Lectora, a su carta de pedido de ayuda le faltan algunos o muchos datos que identifiquen mejor su relación. Las relaciones que no son claras desde el principio tienden a mantenerse supuestamente dentro de la estabilidad, hasta que se hacen reales.
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Le explico: cuando viven como amantes, el mundo gira con relación al deseo del objeto prohibido, y las responsabilidades económicas van de acuerdo a la magnitud de los encuentros casuales. O sea, no es una obligación: es un supuesto aporte para satisfacer el placer, que puede ser duradero o efímero.
Por otro lado, los encuentros son de poco tiempo, y es comprensible que en esos minutos no haya responsabilidades, sino goce.
Entonces, la diferencia es evidente cuando viven juntos: ahí se presentan los verdaderos problemas y actitudes antes desconocidos. Es ahí que la belleza total se vuelve parcial. Convivir es descubrir las realidades del otro y de uno mismo frente a las necesidades diarias. El amante ya no necesita ser magnífico para mantener doble vida. Simplemente se acabó el objeto prohibido.
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En su caso, él no planeó dejar su matrimonio: lo descubrieron y se vio obligado a vivir con usted.
La dureza y el egoísmo que manifiesta pueden ser porque no es feliz viviendo esta relación. Es lógico que le debe costar pensar en su matrimonio. Y tiene que elaborar su separación, con los sentimientos que esta situación acarrea, como culpa, resentimientos y otros.
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Lo que usted debe hacer:
- Pensar por qué se divorció la primera vez. Ver si son los mismos problemas y preguntarse si usted tiene algo que ver. Generalmente son compartidas las culpas. Es importante esto porque, si no hay cura, las relaciones posteriores adolecen de los mismos conflictos.
- Usted se identifica como una mujer madura. La madurez está dada por la actitud y funcionamiento en la vida. Pregúntese si estar en una relación con un hombre casado es parte de un crecimiento personal. ¿O es un encadenamiento a compartir deseos mal establecidos? No siendo usted la primera opción de amor y quedándose en segundo lugar. La amante es secundaria; no es primaria.
- Para empezar una relación con miras al progreso, hay que partir de la libertad, es decir, almas sin ataduras se lanzan a vivir una historia y escriben esta con la pluma de los dos.
- Si su convivir se hace muy pesado, piense y decida. Hable y medite con él la falla. Y vea si hay o no solución, y tome una decisión de vida.
- Recuerde siempre que amar también es saber dejar.
- Podrían también por separado ir a un tratamiento psicológico. Digo “por separado” porque pienso que hay que tratar individualmente ciertos aspectos. No es casual que las fallas se repitan.
- Cuando uno forma una pareja joven o adulta, hay que evitar dependencias de todo tipo, emocionales y económicas.
Creo que las mejores parejas son las que comparten su independencia. Son autónomas y cada uno va con su propio camino a formar una ruta de mayor nivel.
Paquita Brito Clavijo, psicóloga y terapeuta especializada en Francia
Teléfono: 099-046-7557
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