Camina por una calle y le llega un delicioso aroma a harina recién horneada. Esa es la señal de una panadería cercana. Comienza a rastrearla con el olfato. La encuentra. Entra. En el mostrador se extiende una panoplia de pastas calentitas de diferentes colores. Las doradas recién hechas son las más apetitosas. Todas le atraen, pero elige una por el color. Está actuando exactamente igual que un mosquito: huele, rastrea el olor, nota el calor y elige por el color.