La decisión no estuvo libre de temor, pero su propósito fue más grande que cualquier duda. El actor Roberto Manrique se embarcó en una travesía en solitario por 6.986 kilómetros que se iniciaron en Ecuador hasta llegar a Chile, pasando por Perú, sin dinero, sin equipo de filmación y solo con la promesa de pagar en árboles la ayuda ofrecida por las personas que se encontró en su trayecto en forma de alojamiento, comida y movilización. Hoy, la deuda asciende ya a 33.494 árboles. Inscríbase en juntosxlatierra.com para también sembrar un árbol.
Estos 28 días de viaje quedaron registrados en video por el propio Roberto y desde hoy el material llega al público a través de la serie web Revelaciones del camino en el sitio www.juntosxlatierra.com. Se estrenará un capítulo nuevo cada domingo.
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La Revista conversó con Roberto sobre su viaje, sus temores y el aprendizaje que le dejó:
Roberto, muchos actores de tu trayectoria e impacto, ya suelen acomodarse en cierto estatus y disfrutar de su fama bien merecida, pero tú siempre estás buscando nuevos desafíos. En este caso, ¿qué te impulsó a realizar este recorrido a favor de la Tierra?
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Ha sido un proceso gradual desde niño, etapa en la que estaba claro que tengo una sensibilidad innata por la vida, por el planeta, por la naturaleza, por los animales y eso se ha ido cultivando con el tiempo. Cuando tuve un público al cual dirigirme, se remarcó la sensación de tener un discurso, una propuesta de acción positiva para aprovechar esa audiencia, sentía que todo esto venía con una responsabilidad intrínseca. En 2019, esa sensación que describo se incrementó y pensé, es hora.
Roberto Manrique habló sobre Efraín Ruales en 'En Contacto'
El Amazonas se había incendiado, se canceló la última temporada de un proyecto y tuve tiempo con el que no contaba. Ya llevaba mucho tiempo queriendo hacer un viaje similar a Bienaventurado (2016), pero de una manera más exigente, más arriesgado. La Cop25 (Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático) estaba por realizarse en Santiago de Chile, y dije: ese es mi llamado, esta es la manera en que debo manifestar mi capacidad de impactar positivamente.
Además de tu valentía y decisión, ¿quiénes más se sumaron en ayudarte a organizar y concretar este recorrido?
Recuerdo que yo tuve la idea un día martes, y ese sábado, el día de la gala de los Premios Latinoamérica Verde, me reuní con Claudia Núñez, gerenta general de Güitig y me dijo: ‘Roberto, estamos contigo’. Eso fue un gran impulso, porque no siempre tuve esa valentía y decisión, hubo momentos en que dudé de lo que estaba haciendo, en qué me había metido, si iba a salir bien. Pero ya no podía echarme para atrás (...) Y poco a poco fue tomando forma el equipo. Todos fueron un impulso, una inspiración y asesores de las ideas que se me iban ocurriendo.
Seguramente veremos varios momentos importantes en cada capítulo, pero quisiera que me compartieras alguna anécdota o momento que haya tenido un valor especial para ti o que te lleves de forma personal.
En efecto, tuve mucho miedo de arrancar el recorrido, estaba nervioso. Bolivia, Ecuador y Chile habían tenido protestas. Pero recordé una frase de Milán Ludeña que dice que si el reto no te hace temblar las piernas, no es lo suficientemente grande para ti, y ese era mi mantra. Estuve nervioso hasta el último minuto antes de arrancar en la montaña de Catequilla y en el instante en que terminamos la ceremonia de inicio, le entregué mi billetera a mi mamá. Todos se fueron, me quedé solo en la montaña y en ese instante, el miedo desapareció. Ya no tenía nada que temer, mi foco ya no estaba en el miedo, sino que mi misión era crear conciencia, llegar a Chile sano y salvo y sembrar árboles. Gastar energía en el temor de pronto no parecía coherente y esa fue una sensación extremadamente gratificante que me enseñó mucho.
Otra anécdota fue muy al comienzo, en mi primera cita en Cañar, para descubrir uno de sus proyectos, fue algo mágico, especial, muy profundo. Reímos, gozamos, nos perdimos por el páramo y realmente me fui y estoy tremendamente agradecido y conectado. Pero también me di cuenta de cómo pueden seguir existiendo ideas de que somos diferentes, de que estamos separados, de que hay estereotipos, prejuicios sobre la diferente entre la gente del campo y de la ciudad. Entonces entendí que lo más importante de juntos por la Tierra es el “juntos”. Es el mensaje y la certeza de que a pesar de que podamos tener muchas diferencias que nos separen, en realidad tenemos más cosas que nos unen, la más grande es que somos hermanos de la madre Tierra.
¿Cuáles fueron los principales desafíos de este proyecto? ¿Qué te mantuvo con la mirada al frente, si es que algún momento lo viste como algo imposible de cumplir?
Mantener la mirada al frente tenía que ver con el mismo objetivo y propósito, por fortuna, a partir de que arranqué el recorrido no volví a tener miedo, aunque sí pude haberme sentido en peligro. Es decir, podía identificar que estaba a cierta hora de la noche, con los equipos en la calle y debía ser cuidadoso, pero no me alcanzaba a sentir que me pasaría algo. Ese foco, en la claridad del presente era fundamental, primero para mi bienestar y luego para seguir manteniéndome con la mirada al frente. Sin duda hubo varios retos a lo largo del camino, incluso más que sobrevivir, era lograr ser el generador del contenido. Al viajar solo y estar preocupado de que el contenido sea valioso, que los equipos estén cargados, que la experiencia se transmita, manejar el dron, mientras estaba sobreviviendo. Todos estos elementos al mismo tiempo era algo muy complejo, una presión bastante grande que era de lo más agotador del proyecto.
¿Qué mensaje quieres transmitir a través de esta producción?
Sin duda la defensa del planeta, las acciones a favor del clima son fundamentales para nuestra supervivencia, pero tenemos que trabajar en temas muy profundos para lograrlo. En crear una sociedad armónica, justa, equilibrada, empática, que pueda ver al otro como hermano. Si no paramos de vernos unos a otros como enemigos o competencia y entendemos que la sociedad será mejor si vemos al otro como alguien a quien ayudar y sostenernos también para avanzar, no hay que pisotear para avanzar. Mi meta en este momento con esta nueva campaña es sembrar 33.949 árboles que debo a tantos corazones que me ayudaron durante el recorrido. El motivo de generar toda esta línea de comunicación, donde todo es una excusa para compartir un contenido y un mensaje que pretenden inspirar y despertar cuestionamientos que nos preguntemos cómo estamos viendo al otro, si estamos trabajando por la Tierra. Se trata de que realmente seamos críticos sobre nosotros mismos, sobre qué puede mejorar de nuestra vida en términos de sostenibilidad en cualquiera de sus categorías.