Por Gustavo Costa von Buchwald

Hubo vida en la tierra desde que el planeta era lo suficientemente frío y estable para albergar vida. Antes de eso era una bola de fuego, gases y meteoritos. Los tiempos son de tal magnitud, que es difícil de comprender, se considera que desde hace unos 3.500 millones de años hay vida en el agua o mar de esa época.

Evolución, mutación, cambio y adaptación

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No solo que los tipos de vida han ido cambiando, sino que la superficie del planeta ha cambiado también. Millones de años atrás los continentes estaban regados sobre el planeta y se movían o flotaban de un lado al otro. Se conoce que existió un supercontinente llamado Pangea hace 335 millones de años, pero poco a poco se separó y los continentes se volvieron lo que hoy conocemos. Los continentes se mueven, hoy en día, a un ritmo de 2,5 cm por año.

En cada parte de la tierra hay animales. Millones de años atrás, al unirse diferentes ambientes se produjeron mutaciones en los seres vivientes. Los fósiles más antiguos del planeta, hace 400 millones, han sido encontrados en los sedimentos marinos.

Cuando el medioambiente cambia, ocasionalmente, se producen cambios genéticos y los recién nacidos tienen estos nuevos rasgos: esto se llama mutación. Muchas de las mutaciones hacen a los animales menos capacitados para sobrevivir. En todo caso, en situaciones especialísimas, los hacen más fuertes al ambiente y tienen alguna ventaja. Este proceso se llama selección natural de las especies, y es así como la evolución trabaja. En resumen el cambio ambiental combinado con la selección de las especies ha producido una gran variedad de vida sobre la Tierra.

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El indohyus (cerdo de la India en griego) es un género extinto de mamífero artiodáctilo, conocido gracias a fósiles del Eoceno. Foto: Shutterstock

El árbol de la vida

La idea de evolución en la que un ser viviente cambia a otro se la conoce desde hace mucho tiempo. El científico británico Charles Darwin, 1809-1882, es quien introdujo con su libro titulado El origen de las especies, que fue publicado en 1859, este concepto de evolución.

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Darwin no imaginó la evolución como una sola línea, con un animal cambiando a otro y luego a otro. Más bien lo vio como un árbol lleno de ramas principales y secundarias donde había varias líneas que se bifurcaban en diferentes direcciones. La mayoría de ellos se extinguieron, pero algunos continuaron y sobrevivieron. Cada rama sobreviviente era capaz de dividirse en más ramas. Obviamente esto es basado en evidencia fósil, con lo que los académicos buscan características en diferentes animales para luego encajarlos en una escala de tiempo geológica.

Las ballenas caminantes

Entre los miles de años y decenas de especies que han poblado nuestro planeta, me voy a permitir hablar de una especie, que por su tamaño provoca respeto y curiosidad, las ballenas, el animal más grande de nuestro planeta. Su corazón pesa una tonelada, en sus arterias un ser humano podría nadar, su lengua es tan pesada como un elefante, pero sus características de tamaño solo han existido durante los últimos dos millones de años. Hace cincuenta millones de años, sus ancestros se veían muy diferentes.

Comenzaremos nuestro viaje en el eoceno, con un animalito del tamaño de un gato. Correteando a lo largo de la orilla de helechos de un río tropical en lo que ahora es Pakistán. El indohyus, que pertenece al grupo que evolucionó en ballenas. En ese momento el área estaba formada por pantanos, deltas y lagunas y durante millones de años los ancestros de las ballenas vivieron allí. Tenían estas ballenas cuatro patas y pasaban mucho tiempo en el agua, tal vez para evitar depredadores. En Perú se encontró un fósil de una ballena de 43 millones de años que aún podía caminar sobre la tierra con cuatro patas. El animal se parecía un poco a una nutria o un castor con una cola para nadar.

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Ilustración de un basilosaurus. Foto: Shutterstock

Pronto en tiempo de evolución, treinta y cinco millones de años, las ballenas se volvieron completamente marinas. No necesitaban vivir en la tierra, por lo que perdieron la capacidad de caminar, sus patas que soportan su peso desaparecieron y se convirtieron en aletas y remos para nadar. Un animal de 3 metros de largo, el basilosaurus, del que se pensaba que era un dinosaurio, pero los fósiles indican que era una ballena que ya vivía en el océano. Medía 18 metros de largo.

En la modernidad de fósiles había dos tipos de ballenas, las barbas y las ballenas dentadas. Estos dos tipos se separaron hace unos 30 millones de años. Las barbadas son las grandes de hoy. No tienen dientes y se alimentan de krill o crustáceos pequeños. En su boca tienen placas cartilaginosas llamadas barbas donde filtran el agua salada con su lengua, y se quedan con el krill o alimento. La balaeonoptera, más conocida como ballena azul, mide 25 metros de largo y es considerada el vertebrado más grande que jamás haya vivido sobre la tierra.

La balaeonoptera, más conocida como ballena azul, mide 25 metros de largo. Foto: Shutterstock

El mensaje que quería dejar en este modesto escrito es que los procesos evolutivos se demoran millones de años, algo difícil de entender para el hombre moderno que se ha acostumbrado a todo rápido. Y este es uno de los tantos motivos y razones por lo que estamos destruyendo nuestro planeta, porque hemos recibido un patrimonio ambiental que se ha demorado decenas de siglos en existir, pero el hombre lo cambia en horas días o meses.

La naturaleza nos va a pasar la factura por todos los abusos que hemos cometido contra ella. Y tal como decía Stephen Hawking:

“La humanidad tiene un margen de mil años antes de autodestruirse a manos de sus avances científicos y tecnológicos” y “Tenemos que abandonar la Tierra en cien años”, su creencia de que los recursos naturales van a agotarse muy rápidamente a causa del deterioro de los ecosistemas.