La capacidad de volar resulta tan poderosa, tan mística, que bien parece estar conectada con algún acto de encanto, embrujo o hechicería. O quizás con un milagro. Sería difícil de explicar. Solo quedan sensaciones como aquella que percibió el guayaquileño Raúl Guerra durante el segundo día de vuelo en el torneo abierto de alas delta de Estados Unidos (US Open de Hang Gliding, del 10 al 17 de abril), en Groveland, Florida, competencia a la cual ha asistido desde hace 18 años y que reúne a los mejores pilotos a nivel mundial.