Uno de los errores más comunes que veo en muchas academias deportivas es permitir que los profesores o entrenadores mantengan contacto directo con sus alumnos menores de edad a través de aplicaciones como WhatsApp.
Esta práctica, aunque aparentemente inofensiva, abre la puerta a situaciones de riesgo, genera una relación informal y desprotegida y, en muchos casos, escapa del control de los padres o la institución.
En todos los espacios deportivos en donde hay menores de edad la responsabilidad de quienes lo dirigen es regular porque estos sean espacios de protección y cuidado absoluto. Y no parcialmente seguros, sino completamente seguros. Y eso comienza por algo tan concreto como limitar los canales de comunicación entre entrenadores y estudiantes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada cinco mujeres y uno de cada trece hombres ha sufrido abuso sexual en la infancia. En Ecuador esas cifras son mucho más altas. La mayor parte de estas situaciones ocurren en espacios de confianza, como escuelas, clubes o academias, donde los adultos tienen una posición de autoridad y cercanía.
En el ámbito deportivo, un estudio realizado por Safe Sport International revela que más del 40 % de los atletas menores de edad han experimentado alguna forma de acoso o abuso, físico, emocional o sexual dentro de contextos deportivos. Son cifras alarmantes que evidencian la urgencia de actuar. ¿Qué podemos hacer?
- Establecer protocolos de comunicación.
- Formar al equipo en prevención de abuso y límites éticos.
- Implementar talleres y políticas de ambientes seguros.
- Brindar formación y acompañamiento a academias y organizaciones deportivas para que cuenten con herramientas reales de prevención, protocolos claros y una cultura institucional basada en el respeto y la protección de la infancia.
Esto es una obligación ética y legal y, por supuesto, moral, que no puede quedar sujeta a la suposición y a la confianza de que todo estará bien. La norma y la supervisión es lo único que pueden crear un ambiente seguro. Y aunque los depredadores sexuales pueden llegar a cualquier parte siempre evitarán aquellos sitios que sí están regulados.
¿Quieres construir un entorno más seguro en tu academia o institución? Escríbenos para conocer cómo desde Orientar podemos ayudarte a implementar protocolos y talleres efectivos de prevención. (O)