Los débiles tienen el derecho de ser protegidos. Ese principio ha permitido el desarrollo de la especie humana porque, gracias a ello, los más pequeños pueden alcanzar una edad adulta. Los actuales tiempos le brindan un significado especial a ese indispensable sentido de amparar al prójimo, ya que todos nos encontramos en un latente estado de vulnerabilidad que requiere de distintas voluntades que nos permitan combatir el azote pandémico y sus consecuencias. Los actos de solidaridad han sido buena parte de la esencia mediática en este año y se proyectan al 2021. Pero hay otros actos de protección al desvalido que son menos mediáticos (pero igual de necesarios), como el desempeñado por Verónica Fernández en su albergue El Perro Feliz, en Bahía de Caráquez.

Ella considera que su trabajo resulta insignificante ante la gran problemática de la sobrepoblación de animales abandonados en las calles de todo el país. Pero la solución no apunta a multiplicar los refugios, sino a generar una legislación que motive, por ejemplo, campañas de esterilización masiva. Verónica es una luchadora valiente que inspira con su ejemplo. Ella es el tipo de personajes que hemos querido destacar en La Revista durante este 2020 que nos deja muchas reflexiones. La principal es que, tal como dijo Alejandro Magno, “de la conducta de cada uno depende el destino de todos”. En el 2021 sigamos cuidando a los demás y también permitamos que nos resguarden. Un abrazo a todos.