Entre 267 y 272 d. C una mujer hizo historia; impetuosa, modesta, astuta e inteligente. Se trata de Zenobia, la soberana de Palmira, quien puso en jaque a nada menos que el todopoderoso Imperio Romano.
Palmira se hizo tan poderosa que, aprovechando una de las peores crisis del Imperio romano, en el año 268, decidió sublevarse y crear su propio imperio.
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En 270 Zenobia incluso se proclamó reina de Egipto y llegó a acuñar monedas egipcias con su imagen. Sin embargo, el emperador Lucio Dominio Aureliano decidió acabar con el trabajo de la reina.
La ciudad de Palmira fue arrasada por el emperador Aureliano en el 270. La emperatriz debió replegar sus fuerzas y se refugió en Palmira. Pero Aureliano fue en su búsqueda.
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Un día la gran reina de la 'perla del desierto' desapareció sin dejar rastro. Hasta ahora, los historiadores no han logrado decifrar qué ha ocurrido realmente.
Zenobia murió pero dejó el legado de su ciudad, que hoy sigue siendo considerada una de las joyas de la antigüedad. En 1980, Palmira fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. (I)