La vida de barrio es algo que extraño mucho de mi niñez, eso de caminar a la tienda de la esquina, pasear en bicicleta por la calle y esperar el encuentro con el heladero, o el fin de semana recorrer un par de cuadras con toda la familia hasta el restaurante, saludarse con los vecinos y pasar largas y divertidas sobremesas luego de almorzar. Son algunas de las actividades que ahora es difícil hacer.