Aquel 14 de septiembre de 1921, el joven Juan Francisco García Robles se sentía desempleado. Parecía que había terminado su corta carrera como linotipista ya que la empresa donde trabajaba, diario El Universal, había cerrado sus operaciones para dejar de circular.

Pero aquella mañana en que García analizaba qué hacer con su futuro ocurrió algo insólito que reactivó sus certezas profesionales: el empresario Ismael Pérez Pazmiño, quien había comprado la maquinaria y otros elementos de El Universal, había llegado hasta la vivienda de aquel joven para preguntarle –cariñosamente y medio en broma– por qué no había ido a trabajar. “¿Qué haces en casa, hijo? Tu empleo te espera en tu nueva empresa”.

Esa nueva compañía era Diario EL UNIVERSO, a la cual García ingresó inmediatamente como colaborador para ayudar a preparar su primera edición, que circuló dos días después, el 16 de septiembre de 1921.

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Cuando era muy niño, Luis Gastón Herrera García escuchó esa anécdota del protagonista de esa historia. “Mi abuelo fue empleado de EL UNIVERSO desde su fundación. Era jefe de linotipo, tal como se llamaba a la maquinaria que imprimía en el pasado. Él me inculcó ese amor por el periodismo”, señala este licenciado en Comunicación Social que se ha especializado en defender los derechos de las personas con discapacidad, grupo vulnerable que conoce bien ya que tiene un pequeño grado de discapacidad mental.

(Mi abuelo) Estuvo trabajando el día de las 'cruces sobre el agua', aquella matanza de obreros el 15 de noviembre de 1922. Me comentó que toda la ciudad estaba convulsionada, con muchas personas en la calle y los almacenes habían decidido cerrar. El Diario estaba trabajando con la puerta cerrada, bajo llave, y a final del día tuvo que salir por los techos para bajar por una casa. Todo era para evitar la calle”.

Tal condición no le ha impedido estudiar una carrera universitaria inculcada cariñosamente desde la cuna a través de las palabras tiernas de su querido abuelo, quien colaboró en EL UNIVERSO hasta 1985, por lo cual es considerado uno de los empleados con mayor historia en este matutino. “Era muy querido por sus compañeros y los directores. Le decían maestro García. Y era muy respetado como un gran conocedor de su línea de trabajo, por lo cual le solicitaban asesoramiento en otras empresas”, expresa Luis con admiración sobre ese familiar que, a través de sus anécdotas como empleado de El Mayor Diario Nacional, le transmitió buena parte de los hechos históricos de la ciudad.

“Por ejemplo, él estuvo trabajando el día de las 'cruces sobre el agua', aquella matanza de obreros el 15 de noviembre de 1922. Me comentó que toda la ciudad estaba convulsionada, con muchas personas en la calle y los almacenes habían decidido cerrar. El Diario estaba trabajando con la puerta cerrada, bajo llave, y al final del día tuvo que salir por los techos para bajar por una casa. Todo era para evitar la calle”.

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También le comentó sobre la rebelión ciudadana del 28 de mayo de 1944, conocida como La Gloriosa, que derrocó al presidente Carlos Alberto Arroyo del Río para el posterior ascenso de Velasco Ibarra al poder.

Luis relieva el papel de cada empleado de este medio impreso, en las distintas generaciones, para recoger esos episodios de la historia y transmitirlas al público en las páginas de EL UNIVERSO, sintiéndose especialmente orgulloso de que su abuelo colaboró en ese propósito durante tanto tiempo y le generó a su nieto una especial sensibilidad hacia las necesidades de la población.

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Me gradué de periodista haciéndome la promesa de que me especializaría en comunicar la situación de las personas con capacidad… Soy un defensor de los derechos de las personas con discapacidad”.

Comunicar lo necesario

Luis ingresó a estudiar Comunicación Social cerca de los 40 años de edad. Antes había laborado en atención a clientes en un supermercado, fue guardia de seguridad, participó en un programa radial y estudió camarografía. “Comencé a ver las noticias, lo que ocurría en la comunidad. Aumentó mi amor al periodismo… Estudié en la Facso (Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Guayaquil) e hice prácticas laborales en Ecuador TV. Allí vi la realidad en la calle, donde realmente se viven las noticias, ya que era ayudante de camarógrafo e incluso me tocó desempeñarme como reportero”.

Esa experiencia le permitió reconocer con mayor intensidad la necesidad de la comunicación para que la sociedad comprenda la realidad en que vive. “Me gradué de periodista haciéndome la promesa de que me especializaría en comunicar la situación de las personas con discapacidad… Soy un defensor de los derechos de las personas con discapacidad”.

Actualmente participa en dos iniciativas. La primera es un proyecto personal llamado DADE Ecuador, siglas de Defensores Autónomos de las Discapacidades en Ecuador, cuya página en Facebook organiza talleres inclusivos en áreas como expresión corporal, teatro, baile, turismo, sexualidad y demás. Allí también publica sus participaciones en el programa telerradial que transmite cada miércoles, de 16:00 a 17:00, la entidad Derechos de Personas con Discapacidad Colombia. Además colabora con la Coordinadora Nacional de Discapacidades en Ecuador (Coordinadec).

En tales espacios aborda, por ejemplo, la entrega ilegal de carnés de discapacidad a personas y la necesidad de más espacios inclusivos en la ciudad, por ejemplo, en algunas estaciones de la Metrovía. “Siento una gran satisfacción porque creo que estoy ayudando en un gran propósito. Y eso me lo enseñó mi abuelo”, comenta.

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