En estos días de encierro forzoso en que hemos sido obligados a ponerle un freno a nuestras vidas para aislarnos del mundo, es una época muy propicia para la lectura de diarios. La propia rutina de nuestra nueva cotidianidad como que nos invita a compartir el devenir de los días con el de otros. Los diarios son una expresión de intimidad. Su vocación no es realmente la de comunicar ideas o experiencia, sino más bien la de expresar en forma introspectiva los pensamientos y reflexiones propias del autor. Los diarios generalmente cobran interés para el público cuando vienen escritos durante épocas de crisis, crisis ya sean públicas o del autor. Para estos días de pandemia uno de los diarios más citados es Diario del año de la peste, escrito por Daniel Defoe (1660-1731) en 1722 (Editorial Verbum, 2017, 202 páginas), en el que narra los estragos de la peste bubónica que azotó a Londres en 1666. El autor reconstruye los sucesos de varias fuentes históricas y de sus recuerdos de cómo vivió ese año cuando era un niño. A mitad de camino entre un reporte periodístico y la novela, el libro de Defoe nos transporta a un mundo aterrador de miedo y muerte.

Los diarios son una expresión de intimidad. Su vocación no es realmente la de comunicar ideas o experiencia, sino más bien la de expresar en forma introspectiva los pensamientos y reflexiones propias del autor".

Otro libro que se ajusta más a la idea de diario que el escrito por Defoe es El diario de Anna Frank (Editorial Debolsillo 2018, 284 páginas), el cual constituye una obra excepcional y de renombre universal. Es, si cabe así decirlo, el diario por excelencia. La joven autora (1929-1945) debió esconderse con su familia de origen judío en una estrecha buhardilla en la parte trasera de unos almacenes para evitar ser deportados por los nazis que acababan de ocupar Ámsterdam. Durante los dos años que duró su encierro, Frank escribió un conmovedor diario en el que fue registrando sus experiencias de sobrevivencia, hambre y soledad, así como reflexiones llenas de una profunda ternura, ingenuidad y hasta humor acechadas por los horrores de la guerra. La familia Frank fue delatada y Anna murió en 1945 en un campo de concentración. Su manuscrito fue descubierto años después.

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Los diarios generalmente cobran interés para el público cuando vienen escritos durante épocas de crisis, crisis ya sean públicas o del autor".

Cesare Pavese (1908-1950), escritor y poeta italiano de gran influencia en su país y Europa, es autor de un interesante diario bajo el nombre El oficio de vivir (Editorial Seix Barral, 2001, 432 páginas), libro que a criterio de Ítalo Calvino es a la vez “la búsqueda de una técnica poética y de un modo de estar en el mundo”. El diario lo acompañó a Pavese desde octubre de 1935 durante su confinamiento político hasta agosto de 1950, nueve días antes de su suicidio. Amargo, violento, irónico, pocas veces sereno, el diario de Pavese va registrando profundas meditaciones sobre su vida, sus sueños, así como sus reflexiones sobre escritores y pensadores, desde Sófocles, Shakespeare y Proust, hasta Nietzsche y Bergson.
Y la lista podría seguir para incluir los diarios de Dostoievski, Giovanni Papini y de otros. Por ahora, los que he comentado podrían ayudar a sobrellevar el encierro del lector de esta columna y, por qué no, invitarlo a escribir su propio diario. (O)