Vienen en muchos tamaños, presentaciones y variados diseños, en su interior podemos encontrar carnes, vegetales, mariscos, menestras, guatita, encebollado, frutas y hasta vino, es decir, casi todo lo que se pueda comer lo podemos encontrar en su versión en lata. No son mis favoritos, pero reconozco que sacan de un apuro y sobre todo solucionan un problema cuando es necesario tener provisiones en nuestra casa.

Todo empezó a inicios de los años 1800 con el invento del cocinero francés Nicolas Appert, que buscaba que los militares pudieran disponer de raciones más o menos dignas y seguras durante las batallas. Fue el primero que logró exitosamente la conservación de alimentos colocándolos dentro de botellas de vidrio. Poco tiempo después se empezaron a usar envases de metal y la industria de los enlatados fue llenando los anaqueles de las cocinas.

Las bebidas en lata llegaron en 1935 con la venta en los Estados Unidos de cerveza en esta presentación, algunos años más tarde Coca Cola y Pepsi Cola tomaron este camino para envasar sus productos y la popularidad de la lata creció para convertirse en la favorita de la mayoría de los consumidores.

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Reconozco que este envase es de los más cómodos para transportar y enfriar rápidamente la cerveza, pero no hay mejor manera de disfrutar esta bebida que pasándola a un vaso, es necesario que se forme la espuma para que salgan los aromas, además que si la bebemos directamente de la lata, al posar los labios en el borde, el aluminio con que está fabricado el envase no nos permitirá saborearla a plenitud.

En mi último viaje a Argentina tuve la oportunidad de probar la otra innovación en el tema de los productos en lata, el vino. Las bodegas buscan atraer a nuevos consumidores jóvenes y apuestan por este envase que es adaptable a distintos momentos, de consumo individual y que además lo hace más casual. Estados Unidos comenzó la producción del envase de vino en aluminio en el año 2000 y hoy es el país con el mayor crecimiento en esta presentación.

Al igual que en otras partes, en Argentina la idea es justamente competir con la cerveza que tiene prácticamente tomado el mercado de bebidas en latas en el mundo. Aunque las grandes marcas se oponían a poner sus vinos en el mismo empaque, hoy Santa Julia, Trivento, Salentein, Dante Robino, Los Toneles, Norton, Doña Paula y Chandon, entre otras, tienen un portafolio de productos en diferentes cepas que se venden en todas partes metidos en una lata.

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Claro que el perfil de estos vinos va más por el lado de los frescos, refrescantes y ligeros, además que ninguno de ellos son para guardar sino para ser bebidos inmediatamente. Los hay en blancos de uvas Chenin, Sauvignon Blanc y algunos blends, en los tintos tampoco pretenden ser muy ambiciosos ni complejos, todos son sin paso por barricas de roble y de cuerpo bajo, se encuentran principalmente en cepas de Malbec y Bonarda, y también algunas mezclas.

Los enlatados son un gran invento, nos solucionan muchos problemas de alimentación cuando no queremos salir de casa o en casos de emergencia, pero siempre voy a preferir productos frescos y directamente del mercado a la mesa. Sobre las bebidas nada me hará cambiar de parecer, lo mejor es una jarra para la cerveza y una copa para el vino. (O)

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savrozonn@gmail.com