“Cuando tuve mi primera menstruación, a mi papá se le llenaron los ojos de lágrimas y me dijo: ‘Ahora te hiciste señorita’. En ese momento pensé… ¿cómo podía convertirme en algo que ya era? ¿O hasta ese momento yo había sido otra cosa y no lo sabía? ¿Qué era entonces, un hipopótamo?

“¿Y qué tenía que ver esa sangre roja y ese dolor en la panza con “hacerme señorita?” Y lo más básico de todo… ¿por qué mi papá no dijo la palabra menstruación?

“Ahí aprendí que menstruación era una palabra tabú. Y que había muchas otras formas para referirse a ella como ‘vino Andrés’, ‘estoy en esos días’ o ‘indispuesta’, por nombrar algunos”.

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De hecho, en el mundo hay al menos 5000 maneras de referirse a la menstruación sin nombrarla, según una encuesta mundial realizada por la aplicación de salud femenina Clue.

"Cada mes hay que menstruar pero se debe hacer como si no lo hicieras". Libro Las cosas de mujeres.

Una palabra tabú

Más allá de su definición y etimología, la palabra menstruación carga con una profunda contradicción: es sinónimo de fertilidad pero también de vergüenza.

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“La menstruación está muy relacionada con el proceso reproductivo, como la preparación para la maternidad, pero ese nido que está esperando algo que no ocurrió, esa sangre que queda, es un desecho. Entonces es algo repulsivo, asqueroso, vergonzante y sucio”, dice la psicóloga experta en género Eugenia Tarzibachi.

En el mundo hay al menos 5.000 maneras diferentes de referirse a la menstruación sin nombrarla. Foto: Getty Images

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Pero más allá de su definición y etimología, la palabra menstruación carga con una profunda contradicción: es sinónimo de fertilidad pero también de vergüenza.

"La menstruación está muy relacionada con el proceso reproductivo, como la preparación para la maternidad, pero ese nido que está esperando algo que no ocurrió, esa sangre que queda, es un desecho. Entonces es algo repulsivo, asqueroso, vergonzante y sucio", manifiesta Tarzibachi.

"Estas son dos dimensiones íntimamente relacionadas", remarca.

Pero ¿por qué existe esa vergüenza?

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"Una respuesta general es que el cuerpo masculino (el que no menstrúa) es el que ha sido el eje de medidas de muchas cosas, de cómo funciona el organismo normalmente y de cómo la menstruación entonces sería considerada como una patología", analiza Tarzibachi.

La vergüenza sobre la menstruación es “la correspondencia de un tabú social” que estuvo y sigue estando presente, señala la experta en género.

Entonces, cada mes hay que menstruar, pero se debe hacer como si no sucediera.

Tarzibachi habla así de los “microgestos” de la vergüenza. “No solo se trata de no poder llamar a las cosas por su nombre, sino también de (la vergüenza de) tener que pedir públicamente una toallita o un tampón, o tener que llevarlo de manera escondida al baño para cambiarse”, enumera.

"Todos estos 'microgestos' de vergüenza todavía existen y hablan de un tabú que ha calado muy hondo en las mujeres", enfatiza.

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El origen del estigma

La relación entre la menstruación y la impureza no es nueva. Incluso hay pasajes sobre el período femenino en los libros religiosos milenarios como el Corán y la Biblia.

"Es dañina, así que manténganse alejados de las esposas durante la menstruación. Y no se acerquen a ellas hasta que estén puras" (Corán 2:222).

Y "cuando a una mujer le llegue su menstruación, quedará impura durante siete días. Todo el que la toque quedará impuro hasta el anochecer" (Levítico 15, Biblia).

El estigma de la menstruación es milenario. Foto: Getty Images

El estigma de la menstruación aparece repetidamente en diferentes culturas y geografías de todos los tiempos.

"De oriente a occidente encontramos muchísimos ejemplos de que esto ocurre. Hay situaciones gravísimas donde las niñas y las mujeres siguen muriendo porque los días de menstruación tienen que estar recluidas en una suerte de chozas en condiciones paupérrimas de higiene", menciona Tarzibachi.

La especialista hace referencia a casos como el de Roshani Tiruwa, una joven de 15 años de Nepal que murió asfixiada en diciembre de 2016, luego de que encendiera una fogata en una choza de piedra y barro en la que estaba recluida porque estaba menstruando.

"Esto es un poco la respuesta no solo a la pobreza sino también al tabú. (Por eso) hablar de un tabú que ya acabó hoy es demasiado", acota.

Sin embargo, el origen y el porqué de esa vergüenza es algo en lo que los entendidos en el tema aún no se ponen de acuerdo.

Según una exhaustiva investigación de la app Clue, el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, dijo que era por el miedo del ser humano a la sangre.

Mientras que el antropólogo estadounidense Allan Court argumentó en 1963 que el tabú comenzó, en parte, porque los primeros humanos descubrieron que la sangre menstrual estaba sucia.

En 1972, la antropóloga australiana Shirley Lindenbaum teorizó que el tabú es una forma de control natural de la población, que limita el contacto sexual con el estigma de "contaminación".

Y el historiador Robert S. McElvaine creó el término síndrome no menstrual (SNM) en el año 2000 para describir la "envidia reproductiva" que habría llevado a los hombres a estigmatizar la menstruación y dominar socialmente a las mujeres como compensación psicológica por lo que ellos no pueden hacer biológicamente.

Para muchas culturas, la menstruación es algo sucio y la mujer tiene que estar aislada, para otras es algo sagrado. Foto: Getty Images

Cabe mencionar que también hay excepciones: sociedades o culturas que consideraban o ven a la menstruación como algo poderoso y sagrado. Pero esta visión positiva está claramente en minoría.

Los eufemismos

Esa vergüenza que genera el cuerpo que menstrúa también se traslada a la lengua, porque la menstruación también hay que disimularla con la palabra. Entonces aparecen los eufemismos. “Esa manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante”, dice la RAE.

"Juana la colorada", en Colombia; "me cantó el gallo", en Puerto Rico; "me vino la que te conté", en Venezuela"; y "Andrés (el que viene una vez por mes)", en Argentina son algunos de los ejemplos que se utilizan en América Latina para evitar decir menstruación. También están "la regla", "la prima roja", "pancho", "cosas de chicas"… y muchos más. (I)