El Diccionario de la Real Academia Española (RAE) define la palabra club como “sociedad fundada por un grupo de personas con intereses comunes y dedicada a actividades de distinta especie, principalmente recreativas, deportivas o culturales”. Existen, por lo tanto, clubes de diversa naturaleza y cada persona se asocia o se une al que vaya con sus particulares aficiones. Es lógico que quienes disfrutamos de la lectura confluyamos en un club de lectura. Desde el pasado 2 de marzo, disfruto de esta experiencia.

Las actividades culturales en Guayaquil se potencian de martes a viernes. En esos días hay de todo y todo se cruza, de manera que es habitual escuchar decir: “Yo quería ir, pero”. Por ese motivo, decidimos que nuestro club de lectura funcionara los lunes, cada quince días y que sea gratuito. Así la semana comienza de forma literaria. El requisito para asistir es ser aficionado a la lectura o querer iniciarse en esta y tener deseos de compartir reflexiones y opiniones sobre lo leído. Sobre esa dinámica se sostienen las comunidades lectoras.

La selección de las lecturas –se incluirán cuentos y crónicas para los posteriores módulos– es un homenaje a Guayaquil en el bicentenario de su independencia. Por ello, la ciudad no solo estará referenciada en las páginas que leeremos, sino que la convertiremos en una experiencia viva".

Me ha sorprendido gratamente la respuesta positiva que ha tenido la iniciativa. Es un grupo amplio y heterogéneo el que decidió inscribirse: mujeres, hombres; jóvenes, adultos; gente en plena etapa laboral, jubilados; profesores de Literatura, psicólogos, antropólogos, abogados, artistas visuales, actores, periodistas y personas de una infinidad de profesiones.

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Porque disfrutan de la lectura, porque quieren conocer más de Guayaquil, porque desean leer la literatura ecuatoriana, porque buscan con quién compartir lo leído; porque conversando, todo se hace más ameno. Las motivaciones para asistir son diversas y así lo expresaron en la sesión inaugural, en la que uno a uno fue presentándose a esta comunidad, que arrancó con el ciclo ‘Guayaquil letrada’, en cuyo primer módulo se leerán tres novelas que se desarrollan en diferentes épocas y que tienen como escenario la ciudad (Las cruces sobre el agua, de Joaquín Gallegos Lara; El rincón de los justos, de Jorge Velasco Mackenzie, y Descartable, de Andrés Emilio León).

La selección de las lecturas –se incluirán cuentos y crónicas para los posteriores módulos– es un homenaje a Guayaquil en el bicentenario de su independencia. Por ello, la ciudad no solo estará referenciada en las páginas que leeremos, sino que la convertiremos en una experiencia viva. Muchos ya no caminan las calles por miedo, porque viven en zonas alejadas y amuralladas o porque se han acostumbrado a ir en carro. De cada una de las novelas armaremos un mapa de los lugares que se nombran y por los que transitan los personajes, y al final de cada lectura los recorreremos. De modo que el club se convierta en un viaje intelectual y material y la literatura tienda nexos con lo cotidiano, con la ciudad, con la antropología, con la historia y más disciplinas.

En la primera sesión, los historiadores Willington Paredes y Natalia Tamayo, los primeros invitados, hablaron del 15 de noviembre de 1922, tema de Las cruces sobre el agua, un marco histórico necesario para entrar luego al análisis literario de la novela de Gallegos Lara. (O)