El hígado graso es un trastorno que es provocado por la acumulación de ácidos grasos; esta patología es muy frecuente en personas con obesidad, alcoholismo y diabetes tipo 2. Puede ser un problema asintomático, pero va evolucionando hasta que le afectado siente dolor en el abdomen o incluso fatiga. En términos médicos se la conoce como enfermedad por hígado graso no alcohólico (EHGNA) y es un problema muy común; se conoce que alrededor del 20% de las personas adultas y casi el 5% de niños en el mundo lo padecen.

En Ecuador según cifras del ministerio de Salud solo en 2017 se reportaron más de 2000 casos de hígado graso. Esta enfermedad está relacionada con la obesidad. Según datos del El Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Ecuador 6 de cada 10 adultos sufren sobrepeso siendo El Oro, Guayas o Imbabura las provincias con porcentajes mayores a 60%.

Para revertir este trastorno se tiene que reducir el consumo de alcohol, además de seguir una dieta sana y equilibrada. Es muy importante seguir un tratamiento establecido por un médico, de igual manera cambiar los hábitos de vida, sobre todo en las comidas, ejercicios y consumo. Una dieta personalizada puede ser la mejor manera de combatir esta enfermedad, pero también se puede agregar ciertos alimentos que pueden complementar de forma positiva las dietas.

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1. Tamarindo

Esta fruta además de tener buen sabor es muy bueno para la salud por sus grandes propiedades antibacterianas y antiinflamatorias además que aporta con vitamina A, magnesio, hierro, potasio, calcio, entre otros..Es un laxante natural que limpia el intestino sin causar efectos adversos, por ser un depurante natural limpia el hígado del exceso de grasas. Sus propiedades protectoras y descongestionantes son perfectas para tratar los problemas biliares.

El tamarindo se lo puede tomar de varias formas, por ejemplo, el té de hojas de tamarindo y la infusión de tamarindo pelado; de las dos formas esta fruta actúa eficazmente en el cuerpo, para darle un poco más de sabor se lo pueden endulzar con azúcar morena o miel de abeja. Solo tenga en cuenta que no se puede endulzar con stevia o splenda ya que los edulcorantes artificiales empeoran el problema de hígado graso.

2. Fresas

Las frutillas son excelentes para depurar y desintoxicar gracias a su alto contenido en vitamina C. Los ácidos orgánicos que contiene esta fruta previene la acumulación de grasas. Es considerada como la reina de las frutas por su bajo porcentaje calórico, una taza de frutillas solo tiene 43 calorías. Contiene altos niveles de fibra por lo que ayuda a los procesos digestivos y reduce la sensación de hambre. Disminuye el colesterol malo de la sangre lo cual evita que la enfermedad de hígado graso aparezca.

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Sus ácidos orgánicos tienen una acción antiséptica y antiinflamatoria, por esta razón puede mejorar la condición de hígado graso. Esta fruta además es muy rica en agua, por lo que nos ayudaría a evitar retención de líquidos. Se la puede consumir de varias formas; en mermeladas, puras, jugos, batidos, papillas hasta deshidratadas.

3. Limón

El limón es una gran fuente de vitamina C y antioxidantes, es recomendable que el primer vaso de agua del día tenga un poco de limón, lo que mejora el funcionamiento del hígado. Es un antiséptico natural ya que puede curar infecciones. El agua con limón además de ser una buena forma de rehidratación sirve para balancear el Ph de nuestro cuerpo.

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Se puede tomar un vaso de agua tibia con limón en ayunas. Según un estudio realizado en conejos, el jugo de limón puede ayudar a reducir los niveles de colesterol en la sangre. De acuerdo con algunas hipótesis, los antioxidantes del jugo de limón favorecen a todo el cuerpo.

4. Chía

La chía es considerada como una bomba de nutrientes; un estudio realizado en la Universidad de Ciencias y Tecnología de Meghalaya en India demostró que del 100% de la composición de la semilla solo el 60% son grasas de omega 3, esto significa que es la mayor cantidad encontrada entre todos los alimentos desde el 2006.

Además un estudio en ratas dentro de la Universidad de Queensland en Australia comprobó que los roedores tenían una dieta alta en azúcares y grasas y al reemplazar su comida por chía les provocó un efecto hepatoprotector. El experimento mostró que el consumo de las semillas, por su contenido en ácido alfa linolénico, redujo las grasas en el hígado y además disminuye la inflamación en el órgano, redistribuyendo las grasas en el cuerpo y facilitando su eliminación.

Otro experimento realizado en Toronto confirmó que la chía tiene la capacidad de reducir el peso corporal, presión arterial, colesterol, glicemia, reduce el riesgo de infarto y enfermedades cardíacas, principales factores que inducen a mortalidad. Se la puede tomar pura mezclada con una cucharada de agua o en batidos de frutas.

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5. Cúrcuma

La cúrcuma es una de las plantas que mayor cantidad de investigaciones tiene hasta el presente, se han realizado experimentos usando el componente principal de la cúrcuma que es la Curcumina, se determinó que en un periodo de 8 semanas este componente puede reducir casi el 80% de las grasas en el hígado.

La cúrcuma ha demostrado que puede regenerar las células dentro del hígado, mejora y estimula la producción de bilis por su alto efecto colerético, y favorece la metabolización de las grasas. La cúrcuma tiene una gran capacidad de absorción de grasas, que son metabolizadas sin problemas y excretadas con las heces. Esta planta está recomendada para casos de alteraciones hepatobiliares, hepatitis leve, y para el tratamiento de coleocistitis o piedras en la vesícula.

6. Alcachofas

La alcachofa es uno de los alimentos que tienen múltiples beneficios para la salud. De hecho, es muy conocida por depurar el organismo de toxinas y residuos. La alcachofa es rica en ácidos esenciales como: el ácido cafeico, oleico, cafeolquinico o linoleico, que tienen un efecto protector en el hígado. Además, facilitan la actividad de la vesícula. Esto hace que se mejore la digestión de las grasas.

Estos componentes a su vez influyen sobre el metabolismo graso, de manera que se logra reducir el colesterol malo y los triglicéridos. Igualmente, se mejora la función del estómago y el tránsito intestinal porque tiene un efecto laxante. Todo esto hace que las grasas sean mejor digeridas y, por lo tanto, se acabe reduciendo el hígado graso. Se las puede consumir hervidas, puras o en batidos.

Para poder diagnosticar el hígado graso se tiene que acudir al médico especialista en ese órgano, conocido como hepatólogo. Se tiene que saber que estos alimentos no evitan que una persona pueda padecer de esa enfermedad, pero sí ayudan a mantener un estilo de vida más saludable. (I)