Fabiana Baracchini lo explica claramente. “Hay que entender que para los niños que padecen mutismo selectivo, hablar es como tener una fobia, por ejemplo, a un perro, ¿y qué siente cualquier persona en una situación de fobia? Varios síntomas corporales que se detonan cuando ve el elemento que le genera ansiedad. Puede tener taquicardia, sudoración, se le cierra la garganta, les duele la barriga... Estos chicos tienen un proceso similar, pero ante la expectativa de habla”.