¿A quién confiarle que llevamos un tiempo sintiéndonos mal? Tal vez estamos tristes, desanimados, conflictivos, y las sensaciones no parecen irse por sí solas. 

Para saber a quién acudir primero, debemos diferenciar entre un problema natural (pérdida de un ser querido, dificultades en el trabajo, con los hijos, con la pareja) y algo clínicamente significativo, dice la doctora Glenda Pinto Guevara, psicóloga clínica y terapeuta cognitiva. 

En los primeros casos, nos podemos valer de nosotros mismos y de la familia, los amigos y compañeros. Sin embargo, si lo angustioso dura más de lo normal, es intenso, desbordante o incapacitante, resulta necesario el acompañamiento psicológico. 

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¿Quién puede diferenciar entre los dos? Esta parte es más sencilla de lo que parece. “Lo recomendable es ir a un médico de atención primaria (general, medicina interna o urgencias), que derivará a un especialista. 

Cuestión de tiempo

Todos creamos ciertos patrones de conducta alrededor de las emociones y pensamientos que consideramos adecuados y también para los problemáticos. “Mostramos indiferencia cuando sentimos ira, o nos reímos a carcajadas para evitar que noten nuestra vergüenza”, ilustra la psicóloga clínica Daniela Ziritt, profesora de Psicología en la Universidad San Francisco de Quito. 

“Cuando estos patrones dejan de ser eficientes, empezamos a sentirnos desbordados, aturdidos por la rutina; perdemos la motivación  o no encontramos sentido a lo que hacemos, incluso dejamos de disfrutar actividades que antes nos complacían, hay un malestar emocional y una afectación de la salud mental”.

¿Podremos sobrellevarlo solos? No por mucho tiempo, dice Ziritt. Incluso las personas con mayor capacidad de adaptación y resiliencia se desgastarán emocional, física y mentalmente si se enfrentan a esto de manera prolongada, sin recibir apoyo profesional. 

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Reconociendo las señales

La doctora Pinto señala cinco criterios básicos que denotan un malestar en la salud mental:

1. Dificultad para llevar una vida normal, evitando los conflictos con los demás y con nosotros mismos.

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2. Dificultad para resolver conflictos. “Le cuesta mantener la calma y gestionar los problemas adecuadamente”.   

3. Malestar a causa de una persona o un acontecimiento. Es normal tener ocasionales diferencias o malentendidos, mas si estos perduran en el tiempo y le generan un malestar mental (sea con un familiar, un amigo, pareja), es una señal.  

4. Salud física  en peligro. En ocasiones los trastornos mentales pueden relacionarse con enfermedades médicas:  alucinaciones, tiene problemas para comprender los estímulos externos o percibe que la salud psicológica puede poner en peligro la salud física (ideas suicidas, autolesiones)”.

5. Necesidad de apoyo externo y consejo profesional. No es imperativo que presente ningún trastorno o malestar grave para acudir a conversar con un psicólogo. Puede ser una medida preventiva. 

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¿Quién decide la medicación?

Los medicamentos psiquiátricos solo pueden ser prescritos por un médico en esa especialidad, después del diagnóstico. Pinto sugiere que en muchos casos, combinar tratamiento médico, psiquiátrico y social es lo que mejor funciona. Esto es especialmente importante para las enfermedades mentales graves, como la esquizofrenia. Los medicamentos psiquiátricos si bien no curan la enfermedad, mejoran mucho los síntomas en forma significativa. 

Es importante conocer que la medicación actuará sobre algunos de los síntomas manifiestos en la persona, “no en todos”. El psiquiatra trabaja junto con el psicólogo para sostener cambios conductuales a largo plazo. 

Manténgase saludable

La efectividad de un tratamiento y su mantenimiento va a depender de cuán fielmente se involucre usted en su propia atención. Pinto recomienda:

–Cumpla con su plan de tratamiento: no falle a sus consultas, no deje los medicamentos por su propia cuenta.  

–Evite el consumo de alcohol y drogas. Si su problema es la adicción, trátela  con su médico.

–Manténgase activo: puede ayudarle a controlar los síntomas de ansiedad y depresión. También puede contrarrestar los síntomas secundarios de algunos medicamentos psiquiátricos.  

–Mantenga un cronograma de actividades que incluya suficientes horas de sueño, alimentación saludable y actividad física. 

–No tome decisiones importantes cuando los síntomas son graves y establezca objetivos razonables. Reduzca obligaciones si fuera necesario. 

–Aprenda a adoptar una actitud positiva. Las técnicas de relajación y control de estrés  ayudan mucho para ello.  

Mejoremos nuestro entorno

Los problemas o desajustes de salud mental no son lo mismo que la enfermedad mental. La psicóloga Ziritt expresa que los primeros se producen por varios factores estresantes o por una única situación que nos sobrepasa y dificulta la toma de decisiones consciente, el planteamiento y consecución de metas y la generación de alternativas creativas para resolver  problemas. Es esencial mantener relaciones sociales positivas, promover el diálogo y expresión saludable de nuestras emociones, para crear un entorno seguro. 

Del otro lado: brindar ayuda

Cuando se trata de un amigo, compañero o familiar, podemos evitar hablar del tema. Tal vez tememos que nuestra ayuda sea rechazada. Pinto nos recuerda dos aspectos fundamentales. 

–Respeto. No podemos exigir que nos cuenten o reaccionen como esperamos. “Exigirles que se sientan mejor es contraproducente. Debemos otorgarles un tiempo para la meditación de sus conflictos. Que sienta que estamos de su lado pero con respeto”.  

–Empatía. No fuerce. Póngase en el lugar del otro. Recomiende buscar al psicoterapeuta y ofrezca acompañarlo, pero permita que la persona decida el momento apropiado.

“Luego de ello, dejar que sea la misma persona quien asuma la responsabilidad de seguir con su tratamiento”. 

Recomendaciones para familiares y amigos

Para una persona seguir una psicoterapia no es una decisión fácil, en gran parte por los prejuicios. Pero puede ser un tratamiento muy efectivo para muchos problemas de vida. De ahí  la importancia de reconocer las señales que podría presentar una persona que necesita de una atención especializada en salud mental o emocional.  

–El pasado lo acompaña constantemente (duelo, ruptura). 

–La persona está triste la mayor parte del tiempo (sensación de vacío, dolor, confusión). 

–No ve claro el futuro, no tiene expectativas para sí. 

–Crisis existencial. No sabe qué camino ha de seguir para su realización personal.

–No tiene control sobre su vida. Ha probado varias estrategias, pero no le han funcionado.

–Tiene pensamientos negativos constantemente. Se fija en situaciones catastróficas, se obsesiona con algo peligroso. 

–Siente y muestra una gran agresividad e ira hacia el entorno. Puede ser una manera de evitar asumir su parte de culpa por una mala decisión.

–No está bien con su pareja. Estas relaciones son muy sensibles a los malos momentos.

–Se siente estresado y tiene dificultades para dormir (insomnio, sonambulismo, terrores nocturnos).  

Ziritt se enfoca en el estrés. “Cuando percibimos que una situación o demanda del entorno excede nuestras habilidades, esta se convierte en una tarea difícil, un estresor”, que si se mantiene constante, genera en la persona síntomas de agotamiento mental: cambios bruscos e inesperados de humor, dificultad para regularse emocionalmente en situaciones donde anteriormente mostraba un buen manejo social; además, desinterés por actividades que solía encontrar placenteras y aislarse de grupos de amigos cercanos e incluso del núcleo familiar”.   (D. V.)