Por Tammy Armijos

Hacer uso de los celulares en horarios de clases tiene comentarios favorables y  en contra. Mientras algunos aseguran que su inclusión dinamiza las clases y son un excelente material de apoyo pedagógico, otros consideran que su uso es innecesario y son distractores.

En la actualidad, la ola tecnológica nos ha empapado a todos. Los teléfonos celulares están presentes en cada momento: en las escuelas, colegios, universidades y lugares de trabajo. Tener uno de estos en las manos puede significar la captura rápida de información o un enemigo que mueve tu atención a la red.

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Antes, llevar el teléfono celular a las aulas sin el permiso del profesor, era motivo de sanciones; hoy, algunas autoridades de unidades educativas permiten el uso con motivos educativos.

Las anécdotas ante prohibición

"Teníamos una inspectora bastante estricta. Sabíamos que no estaba permitido llevar celulares al colegio, pero igual los llevábamos", recuerda Kerly Mora, exalumna de un colegio católico, "Nos arriesgábamos a las famosas requisas y a llantos desenfrenados para que nos lo devuelvan, y con suerte nos regresaban los celulares a la salida", recuerda Mora.

"Cuando hacían las revisiones los escondíamos en el filo superior de la puerta" explica Cristina. "En mi época de colegio aunque no había red wifi, estaban los mensajes de texto ilimitados, hacíamos recargas diarias y  con el avance tecnológico, nos comunicábamos a través de los mensajes de PIN de Blackberry".  

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Ministerio de Educación reguló su uso

En Ecuador desde 2014, el Ministerio de Educación, decretó mediante el Acuerdo Ministerial No. 70-14, las regulaciones para el uso de teléfonos celulares con el objetivo de impulsar el consumo crítico de las nuevas tecnologías de comunicación e información dentro de las aulas. El documento indica que el docente es el responsable de autorizar el uso del dispositivo.

Según el artículo 330 del Reglamento General a la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI), el mal uso de las tecnologías representa una falta leve que deberá ser sancionada. 

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Art. 330.- Faltas de los estudiantes.-  Alterar la paz, la convivencia armónica e irrespetar los Códigos de Convivencia de los Centros Educativos.

Faltas leves: Usar el teléfono celular o cualquier otro objeto ajeno a la actividad educativa que distrajere su atención durante las horas de clase o actividades educativas.

A propósito de este debate, EL UNIVERSO ha recopilado distintas posturas sobre el tema. Varios encuestados consideran correcto el uso de los teléfonos celulares en las aulas y otra parte está a contracorriente.

Quienes argumentan en contra del uso de los dispositivos en instituciones educativas señalan que estar pendiente de  interacciones, mensajes y notificaciones con otros, dificulta la concentración y se pierde el hilo de la clase. Y aseguran que el problema radica en una falta de educación sobre el uso del celular.

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Otras posturas aseveran que su uso es correcto si es con fines académicos. "Hay veces en que en realidad necesitas buscar el significado de algo, por ejemplo, y los profesores no te dejan porque piensan que estás en Facebook u otra red social", comenta Pamela, estudiante de la Universidad Estatal de Guayaquil.

En las universidades el panorama respecto a las restricciones, cambia. En el contexto universitario no hay representantes a quien llamar cuando el estudiante no presta atención a clases y los celulares no son retenidos cuando se convierten en distractores.

Responsabilidad de cada estudiante

"En la adultez cada quien responde por sus actos, si el estudiante no presta atención a las clases, el docente le pide que se retire del aula", explica Víctor Arcos, docente universitario.

El constante uso del aparato móvil es un aliado al momento de realizar talleres en clases, reduce el tiempo en ir a la biblioteca a encontrar un libro y se puede participar más activamente. Está latente en cada actividad que realiza el joven estudiante. 

"Si tengo algo que anotar y no tengo mucho tiempo, basta con una foto para guardar la información(...) En el colegio solía grabar las clases y cuando tenía que estudiar se me hacía más fácil", revela Robert, que se prepara para su vida universitaria.

En la Universidad Politécnica Salesiana Sede Guayaquil (UPSG), por ejemplo, el uso de celulares es permitido dependiendo de la situación y el criterio del docente en turno. La institución cuenta con redes abiertas de wifi para fomentar el uso de las nuevas tecnologías como apoyo multimedial en las diferentes asignaturas, sea por medio de aplicaciones con fines didácticos, videos complementarios o acceso a la biblioteca y repositorio virtual. 

Aunque no hay restricciones para entrar con estos artefactos al aula, sí hay normas para evitar la manipulación desmedida de los smartphones. 

Dennis Chang Pappe, Mg en Comunicación Pública de la Ciencia y la Tecnología y docente de la UPSG, explica que los dispositivos móviles se han convertido en un objeto personal y forman parte de cada estudiante, por lo que en las aulas universitarias no es factible retirar los celulares a los alumnos. "En el momento que un docente se introduce en ese espacio, se está invadiendo algo muy íntimo".

Asegura además que en el proceso educativo hay que tomar precauciones de que el estudiante pueda hacer uso de su dispositivo electrónico para determinada actividad y evitar que sea elemento de esparcimiento u ocio. "Si no se establecen políticas precautelares, nuestros estudiantes ya no estarán en su clase presencial sino que su atención estará en lo que hay en su mundo virtual".

El mundo virtual, explica Chang, es individual, y lo que sucede en el ciberespacio de un usuario probablemente no sea igual al de otro. 

Tener voces a favor o en pugna, podría ser un tema generacional, lo que significa que los criterios varían entre los personajes y su relación con la tecnología. "Es mucho más fácil que un profesor milenial sea más dócil con respecto a los móviles, a que un profesor de la Generación X", añade. (I)