La motivación tiene mucho que ver con la convicción de que podemos alcanzar el éxito. ¿Cómo influyen las calificaciones en esa motivación? “Pueden hacerla pedazos rápidamente”, dice Pamela Cantor, médico psiquiatra especializada en niños, “en especial si están aprendiendo algo nuevo”. 

Cantor es fundadora y consejera de Turnaround for Children, entidad creada a partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001 para atender el impacto del trauma en los estudiantes de las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York, donde se educan niños y adolescentes que no tienen el inglés como primer idioma. 

Calificaciones postergadas

Las calificaciones, cuando se entregan sin que los jóvenes hayan comprendido cabalmente cómo las obtuvieron, llevan un tinte de aprobación o desaprobación instantánea. Les indican a los chicos que sus profesores han tomado una decisión sobre ellos, que se han hecho una idea definitiva sobre su capacidad de aprendizaje. 

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Para evitar esto, se utiliza la calificación aplazada, explica Kristen McWilliams, quien enseña inglés como segundo idioma en una secundaria de Portland, Maine. Ella lo compara a la manera en que un niño aprende a nadar. “No lo lanzamos a lo profundo para que nade. Empezamos del lado menos hondo y practicamos hasta darle fluidez y confianza con el proceso”.

McWilliams empieza dando ejercicios de escritura y anunciando que por el momento no calificará ni quitará puntos por gramática, ortografía o puntuación, sino que esperará hasta finalizar la unidad. Así los libera para que puedan pensar en aquello de lo que quieren escribir. 

“Al retrasar las notas, el maestro está haciendo dos cosas. Les está dando confianza, pues los alumnos empiezan a escribir de algo que conocen bien: de sí mismos, y está también reduciendo la ansiedad y el temor a usar un idioma no nativo”. dice Linda Darling-Hammond, presidenta y directora ejecutiva de Learning Policy Institute, una organización dedicada a la investigación educativa. “Los deja en capacidad de adquirir fluidez antes de aprender las convenciones”. 

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Altos estándares para la clase

¿Cómo calificará el docente? Con rigurosidad. “Al final de la unidad”, dice McWilliams a sus estudiantes, “voy a revisar todo el proceso de escritura; hasta entonces voy a conversar con cada uno a medida que vayan progresando, hasta que estemos listos para convertirlo en poesía”. Los niños escuchan este anuncio asombrados. 

Solo porque la calificación tenga que esperar un poco no significa que la clase no pueda tener metas altas. “En la práctica, al resolver problemas, al encontrar soluciones, ellos pueden ver qué parte del trabajo no hicieron bien o no cumplieron con el objetivo, y así pueden reelaborarlo y revisarlo”. 

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Para Cantor, el profesor debe desear que sus alumnos disfruten del proceso de descubrir cómo funciona algo, y cómo hacerlo todavía mejor. “Si a estos chicos se los califica desde el principio, ese disfrute queda anulado”. 

Zonas de crecimiento

Pero postergar la calificación no es la única vía. En la serie de videos Cómo ocurre el aprendizaje, de Edutopia (Fundación Educativa George Lucas), Cantor y Darling-Hammond comparten prácticas que ayudan a las escuelas a alinearse con lo que la ciencia dice sobre el aprendizaje humano. Aquí compartimos brevemente algunas de ellas.