En el planeta existen 36 puntos críticos de biodiversidad (hotspots, en inglés). Son regiones biológicamente ricas, con especies que no hay en ningún otro lugar, pero gravemente amenazadas por la actividad humana.

“Por nuestro bien, debemos trabajar para protegerlos”, señala la oenegé Conservación Internacional (CI), que estudia estos ecosistemas para alertar sobre el peligro de su extinción. Estos puntos ‘calientes’ incluyen los Andes tropicales, que abarcan Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile.

Juan de Dios dirige la iniciativa Guayaquil Salvaje para despertar el interés de los guayaquileños para reconocer, valorar y proteger la biodiversidad en nuestra ciudad.

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A Ecuador debe interesarle este hecho. De acuerdo a CI, entre los 7 países del hotspot mencionado, Ecuador posee 79 áreas clave para la biodiversidad (ACB). Una de ellas es Tumbes-Chocó-Magdalena, en Guayaquil. El Puerto Principal debería interesarse igualmente, pues la base de datos mundial de ACB reconoce también los bosques protectores Chongón-Colonche y Cerro Blanco, los manglares del Golfo, la reserva Manglares-Churute y las ciénagas.

‘Salvajes’ y conscientes

Reflexionando en estos antecedentes, el guayaquileño Juan de Dios Morales Núñez impulsa desde hace 2 años la iniciativa Guayaquil Salvaje (The Wild Gye Initiative). “Busca despertar el interés de los guayaquileños para reconocer, valorar y proteger la biodiversidad en nuestra ciudad”, explica. El ‘Guayaquil salvaje’ posee dos ecosistemas catalogados como en peligro crítico, de acuerdo a la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación.

Este profesional en ecología aplicada y marina (por la Universidad San Francisco de Quito) además busca aumentar el conocimiento sobre el impacto del crecimiento urbano desmedido. Se formó como máster en Gestión Ambiental en la U. de Melbourne. “Allí pude entender los esfuerzos para lograr ciudades más sostenibles y la aplicación de soluciones basadas en la naturaleza, para que las ciudades se adapten a los efectos del cambio climático, tomando a la biodiversidad como su mejor aliada”.

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A decir de Morales, el desarrollo urbano “se ha basado en infraestructuras grises, restando valor a los remanentes naturales como espacios públicos complementarios”. Esta entrevista se condujo en el Bosque Protector Cerro Paraíso, donde Morales lamenta la falta de una mejor inversión en los bosques protectores, hacia guardabosques, centros informativos, senderos con señalética informada, para proveer una mejor experiencia.

Cámaras para educar y más

Para lograr sus propósitos, Juan de Dios escogió el fotorreportaje de la naturaleza como su herramienta para descubrir, difundir e integrar. Así se resalta en las redes sociales de esta propuesta (@WildGYEinitiative), donde se destacan árboles, hongos, insectos, aves, anfibios, reptiles y mamíferos. Los tres últimos, dice, sufren más los estragos de la urbanización, por la pérdida y transformación de sus hábitats, cruzados por nuevas carreteras que desconectan su flujo.

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La iniciativa también emplea una red de cámaras trampa en el Bosque Protector Cerro Blanco. Estos dispositivos fotográficos registran animales en estado salvaje, de forma automática, gracias a un sensor de movimiento. Este esfuerzo le permitirá a la comunidad comprender en mayor medida la fauna diversa en este sector. “Esta metodología ha contribuido en el control de actividades humanas ilícitas (cacería y tala ilegal)”, ilustra.

Juan de Dios en el bosque Cerro Blanco, donde trabaja con cámaras trampa para registrar especies salvajes del sector. Foto: Ángel Aguirre

La gran meta del proyecto es aumentar la red para cubrir más de 250 locaciones, y así compartir en vivo la vida en esta áreas. “No solo registraremos animales únicos, sino también vincularemos colegios y universidades en el procesamiento de la información visual de especies amenazadas”. Sin dejar a un lado la búsqueda del último jaguar de la Costa, “que históricamente habitaba el gran Guayaquil salvaje”. (G.Q.)