A Dostoievski el Zar le conmutó la pena de muerte a la que había sido condenado por la prisión en Siberia. El anuncio se lo hicieron pocos minutos antes de que el escuadrón se aprestaba a fusilarlo a él y otros presos políticos. Fue el 22 de diciembre de 1849. Décadas más tarde, en 1922, otro condenado a muerte también logró que le conmute la pena. Se trató del conde Alexander Illich Rostov, a quien el gobierno bolchevique de entonces –una versión moderna del zarismo ruso– lo había condenado a muerte. Pero el conde logró eludir ese trágico final por una ingeniosa circunstancia. A él lo salvó el hecho de haber escrito años atrás (1913) un poema subversivo cuando era universitario, algo que les llamó favorablemente la atención a los oficiales soviéticos.


















