Tal como lo había anunciado Murukami, el segundo libro sobre el misterioso comendador ya está disponible para los lectores de habla española (La muerte del comendador, Libro 2. Traducción de Fernando Cordobés y Yoko Ogihara. Editorial Tusquets Madrid 2019, 491 páginas). 
Como recordará el lector sobre el primer libro hice un comentario en esta columna.  En la primera parte el protagonista de la novela, un pintor que había sido abandonado por su esposa, quedó intrigado por saber qué se ocultaba detrás del cuadro que llevaba por título precisamente La muerte del comendador. Además, nuestro atribulado héroe, una vez que se había instalado en la casa, había comenzado a acostumbrarse a convivir con una serie de ruidos y cosas extrañas que empezaron a aparecer con el correr de los días.  Se recordará que a solicitud de Menshiki, un enigmático y carismático vecino, había comenzado a pintar un retrato de una atractiva y peculiar joven, Marie Akikawa, y que resultaba ser la hija de aquel.  El libro nos había dejado en una bruma de fantasía y acertijos.
Ahora en el segundo libro, el pintor continúa observando cómo los personajes de La muerte del comendador se relacionan con él. En tanto, Menshiki le sigue haciendo extraños pedidos. Sin embargo, en un punto las cosas toman un dramático giro cuando Marie desaparece una tarde, y esto sucede justo cuando estaba por terminar de pintar su retrato.  El pintor se dedica a investigar sobre su paradero, y en el proceso comienza a descubrir que muchas interrogantes de su pasado siguen sin resolverse y que la clave puede estar en el mencionado cuadro La muerte del comendador. (¿Quién es, por ejemplo, el hombre sin rostro? ¿Qué suerte corrió el pintor de ese cuadro? ...)
Este segundo libro es más intenso, más acelerado, si se quiere, que el primero. Y, en cierto modo, podría decirse que le supera en su estilo.
En todo caso, ambos volúmenes nos subyugan por el juego –tan típico de Murukami– de fantasías que difícilmente harán que el lector deje el libro. Simplemente quedamos atrapados hasta conocer el desenlace.  Es como si las incógnitas que quedaron abiertas en el primer volumen comienzan a resolverse en el segundo. ¿Existió realmente el comendador, el personaje que aparece en el cuadro, y los personajes que allí asoman? Murukami prefiere responder que sí. Veamos qué opina usted, lector.
El libro puede ordenarse a la casa editorial en Madrid o a la editorial Planeta en Chile.  (O)