La fiebre es un motivo de preocupación que se ve frecuentemente en las consultas de pediatría y urgencias, cuando la temperatura sube en los pequeños son muchos los padres que se preguntan cuándo llevar al niño al médico por fiebre.

Sin embargo, realmente se debería ver como un “aliado”, según señalan desde la Asociación Española de Pediatría (AEP).

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Es un proceso fisiológico usual, al que no hay que tener miedo porque no es una enfermedad por ella misma. Sin embargo, gran parte de los padres experimenta ansiedad y preocupación ante el desconocimiento de la causa que origina la subida de temperatura, sobre todo cuando esta se mantiene alta demasiado tiempo. Ante esta situación, los pediatras recomiendan mantener la calma y aprender a reconocer cuándo es inevitable acudir al médico o cuándo se puede tratar en casa.

En caso de menores de dos años, se debe consultar al médico lo antes posible; en caso de mayores de 2 años, observar al niño y, acudir al médico si no mejora al cabo de 2-3 días o si empeora.

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Los especialistas recuerdan que la fiebre se la mide con un termómetro y no por el tacto. Se considera que el niño tiene fiebre cuando su temperatura corporal supera los 38 ºC en el recto o los 37,5 ºC en la axila, una temperatura inferior en estos casos lo consideraríamos febrícula y, si el niño es menor de 2 años consultaremos al médico en todos los casos.

Se estima una fiebre moderada hasta los 39 ºC y si pasa de 39 ºC se habla de fiebre alta, siempre si se mide desde la axila. En el caso de fiebre alta, los expertos recuerdan que hay que tener en cuenta que no es lo mismo que un adulto llegue o supere esa temperatura a que lo haga un niño. Mientras que en un adulto llegar a esa temperatura y encontrarse bien es casi imposible, puede ser que el niño se mantenga bastante espabilado.

Causas más comunes

Una de las grandes dudas es qué produce fiebre a un niño. Lo cierto es que las causas son innumerables, normalmente las infecciones víricas son las más frecuentes, aunque también puede ser de origen bacteriano. Sin embargo, solo un médico podrá diagnosticar el origen de este síntoma de forma precisa.

Existe otro motivo que muchas veces no se tiene en cuenta, y se produce sobre todo en invierno, especialmente en periodos epidémicos, ante el miedo de que el niño se resfríe. Se trata del exceso de abrigo, lo que ocasiona un aumento de la temperatura corporal que puede ser confundido fácilmente con fiebre. Lo que deben hacer como padres antes de alarmarse es desabrigar al niño y tomarle de nuevo la temperatura.

Cuándo llevarlo al médico

Lo más importante es observar con atención los síntomas que presenta el niño, si se encuentra contento, come bien y bebe abundantes líquidos no hay que preocuparse, si empeora o no mejora en 2-3 días entonces hay que acudir al médico. Se exceptúa a los niños menores de 2 años, quienes deberán acudir al pediatra lo antes posible en el momento que aparezca la fiebre.

En muchas ocasiones, en este caso, la fiebre se va con el descanso del niño, sin embargo, otras veces, cuando es más alta de lo normal o en procesos infecciosos, es necesario acudir al pediatra para que nos indique qué es lo más conveniente.

Además, es recomendable la ingesta de abundantes líquidos, paños húmedos en la frente (a temperatura ambiente, nunca demasiado fríos, ni con hielo), así como baños en agua tibia durante 15 o 20 minutos.

¿Cuándo sí es necesario acudir al pediatra? Los expertos recomiendan consultar al pediatra cuando:

- El niño es menor de 2 años (especialmente menores de 3 meses)

- Si el niño está apagado y somnoliento; si está irritable.

- Tiene dolor de cabeza importante y/o vómitos

- Le cuesta respirar o tiene una convulsión

- Si el niño tiene puntitos rojos (color cereza) o manchas negras en la piel

- Si tiene una enfermedad neurológica

- Presenta fiebre mayor de 40ºC, o fiebre que no cede a pesar del tratamiento con antitérmicos o dura más de 48-72 horas. (I)