La casa de las pequeñas fortunas es una obra que se presenta como proyecto de graduación de tres estudiantes de artes escénicas de la Universidad de las Artes: Estefanía Rodríguez, Ariana Fuentes y Jefferson Castro. Esta pieza tiene dos cosas interesantes: una es la creación dramatúrgica que nos dice que la dramaturgia se puede crear desde el desorden y la improvisación. El otro punto de interés es la sutileza, el detalle, el sentido de pertenencia que los actores muestran en su trabajo de final de carrera. Pero es que estos jóvenes profesionales del teatro ya han tenido otras experiencias con el conocido grupo Muégano Teatro. Su formación viene desde antes, por lo tanto, no estábamos en presencia de alumnos simplemente graduándose. Ameritaba un trabajo actoral excepcional.

La obra se montó en el teatro que irrumpe en la gogotería de la Zona Rosa, Muégano Teatro. Las funciones, como suele hacerlo Muégano, se dieron solamente por tres días. ¿Pero eso podría decirnos que no hay riesgo? ¿Se van a preferir siempre las salas llenas?

La obra la dirige el maestro de maestros, Arístides Vargas (director de la escuela de Artes Escénicas de la UArtes), por eso es la estética de montar a partir de las derrotas sociales. No son los primeros actores que Arístides gradúa como mal se puede pensar. Este conocido director tiene una larga trayectoria formando y graduando actores. Pero vemos que en la obra no hay el riesgo de la derrota misma del actor y el teatro, por ejemplo, de presentarse por temporadas más o menos largas y que exista la posibilidad de tener salas medio llenas o medio vacías. A eso que sí se enfrentan el gran criticado “teatro comercial”, tener que dar función así sea para dos.

Publicidad

La dirección está pensada para introducir al público al teatro en sí. Las actuaciones fueron estupendas y demasiado libres, desde el dominio del cuerpo y el órgano de la voz, hasta la interacción con los recursos del espacio, de escenografía minimalista y reciclada.

Si bien la historia está contextualizada en la época del Feriado Bancario, para representar lo que vivieron las familias ecuatorianas, con muchas dispersiones que se alejan del tema y que van tejiendo entramados alrededor de lo principal que en el desarrollo queda olvidado.

Sentí imposible vincular lo que se decía que se trata la obra, con lo que en la obra se expresó, debido a los muchos saltos y a las ocurrencias aparecidas, que fueron muy entretenidas de hecho. Además, que la visión crítica contra la Banca y la realidad de aquella época, incluso, puede ser sesgada desde los ojos del director, Vargas. No es hasta el final cuando los actores sacan sus experiencias personales y familiares, y lloran ante el público; pero aquello no se presenta como un reconocimiento el conflicto de la obra (anagnórisis). Presenciamos una estética lastimera que ya he visto antes y que ahora nos damos cuenta, se inicia desde la formación de los actores y actrices. Por suerte, el teatro triunfa cuando el actor por fin se libera de sus profesores.

Publicidad

Para el dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht, no debe haber juzgamiento para lo que hacen los personajes y el teatro se monta desde esa dialéctica. Lo que no me queda claro es si Brecht, algún día, pensó en juzgar al público que asistía a sus obras, al parecer eso se aleja del Teatro Didáctico que él pensaba. ¡Hasta la próxima amigos! (O)