Es como un milagro el hecho de que Al otro lado del viento (The other side of the wind) haya salido al mundo casi medio siglo luego de que el excéntrico y perfeccionista cineasta estadounidense Orson Welles lo comenzara a rodar. Algunos críticos ya han lanzado sus variopintos comentarios sobre el póstumo trabajo que se centra en la obstinación de un director por querer terminar el mencionado filme. Otros dicen que no se sabe a ciencia cierta cuánto de la película que Welles imaginó pervive en el montaje que estrenó la plataforma de streaming.

¿Por que no fue llevado a las salas de cine? Simple, Netflix vio muy viable los blanquinegros montajes y remontajes e interminables búsquedas de financiación en lo que parecía uno de los proyectos “malditos” de la historia de Hollywood.

¿Es o no lo que quiso Welles? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Lo que sí se sabe ahora es que el cineasta solo llegó a montar 40 minutos y la película que puede verse en Netflix dura 122. Aparte de las 100 horas de material en bruto.

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Orson Welles, director de Ciudadano Kane (1941), se obsesionó en los años setenta con Al otro lado del viento, luego de su largo exilio europeo. Le dedicó seis años de su vida a un rodaje accidentado e intermitente que, si bien finalizó en 1976, nunca pudo acabar de editar. Él murió en 1985, a los 70 años.

La responsabilidad del trabajo de curadoría ha sido dirigida por Frank Marshall, con la colaboración de Bob Murawski, en la edición. Y más allá de tanta conjetura sobre el resultado final, Al otro lado del viento es indudablemente una aventura wellesiana, una película anti-Hollywood, pero que intrínsecamente Welles refleja el Hollywood de esa época. Aparte que está plagada por el cine de guerrilla que se estaba produciendo años atrás: las olas europeas y el nuevo cine americano de fines de los sesenta. Welles regresaba inspirado luego de su exilio en Europa.

En el fragmentado material que dejó Welles –ahora hecho documental– se ve a su entonces joven camarógrafo Gary Graver, trabajar en algo que no es una película, sino el proceso de hacerla. Allí se ve al actor John Huston encarnado a Jake Hannaford, como el álter ego de Welles. Un viejo director que trata de terminar su último trabajo. Lo interesante es que está siendo observado sin pedir nada a cambio, la prensa lo interrumpe, la crítica lo acosa. En sí, todo el filme es la grabación atolondrada de esos reportajes en el último día de vida de Hannaford.

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En el mismo filme Welles insiste en que no es una autobiografía, pero los entendidos se rasgan las vestiduras al contradecirlo.

También se ve a algunos conocidos y muy cercanas personas en la vida de Orson como el director Peter Bogdanovich (1939) o su novia Oja Kodar (1941), quien ayudó a escribir el guion gracias también a los negativos que mantenía ella en Francia. La entonces exótica y hermosa actriz y cineasta croata, pasó los últimos años junto a Welles.

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Al otro lado del viento es como una película dentro de otra película. Aparte que se siguen los pasos de atormentado director que se ha obsesionado con terminar y buscar financiación para su última obra, también se ve a una bella mujer desnuda quien persigue a un joven semidesnudo (la escena en el vehículo ¡es hot!). Ella (Kodar), ataviada solo con pendientes, representa a los nativos americanos, mientras que el chico (Robert Random) es un anglosajón que en cierto modo evita ser seducido.

En una segunda parte de la cinta, hacen su aparición personajes de la industria del cine de la época, como es el caso de la crítica Julie Richie (personificada por Susan Strasberg), pero que en realidad es la mordaz crítica Pauline Kael (1919-2001), quien en la vida real casi le provocó un aneurisma a Welles.

Líos legales

Recién el público pudo ver algo de Al otro lado del viento en febrero de 1975, cuando el American Film Institute celebró un homenaje a Orson Welles, y el realizador trató –sin resultados– de conseguir inversores.

En 1976, la película enfrentó un traspié jurídico considerable tras la caída del sha iraní, para después verse con otros tantos problemas legales. Todos querían trabajar con Welles, pero a esas alturas poco creían en él como para apostar su dinero en sus películas.

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Fue el inversor iraní Mehdi Bushehri, cuñado del Sha de Irán, quien se decidió. Pero cuando llegó la revolución islámica de 1979, el ayatolá Khomeini quiso confiscar todos los bienes del exgobernante, incluyendo los negativos de la película en que su cuñado había invertido.

El filme pasó en una bóveda bancaria de París por varios años. Welles murió en 1985, John Huston en 1987. Y entre quienes intentaron vanamente traerlo de vuelta a la vida estuvieron Steven Spielberg, George Lucas, Clint Eastwood y Oliver Stone, inclusive HBO.

En todo caso, el productor Frank Marshall aseguró en Twitter que Al otro lado del viento llegará “pronto” a salas cines.

La pregunta es si solo será en Estados Unidos o trascenderá las fronteras de ese país.

El documental se ve complementado por Me amarán cuando esté muerto, película dirigida por Morgan Neville y que, si es un cinéfilo wellesiano, no querrá perdérselo para seguir sumergido en el incomprendido mundo de Orson. (A. C. J.)