DAYSE VILLEGAS

Mientras más estímulo recibe el niño, mejor se desarrolla su cerebro, eso incluye el incentivo musical, relacionado con la atención, los niveles de concentración, el oído, la facilidad para el habla y para los idiomas.

El niño debe iniciarse en la música apenas se sabe que existe, afirma Luis Betancourt, guitarrista clásico y director del área de música del colegio Alemán y de la Musikschule, quien destaca el trabajo del médico y psicólogo francés Alfred Tomatis, creador del método que lleva su nombre.

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Lo positivo de esta modalidad es que recomienda que los niños deben trabajar con un esquema de rango medio. Por ejemplo, aquí están Mozart, Vivaldi, Chopin, Liszt. Escuchar a Wagner o a Beethoven, cuyas composiciones están cargadas de tensión, puede quedar para más adelante.

Entrenar el oído en casa

Lo básico es enseñar a escuchar. Generar un ambiente calmado, donde la atención se predisponga. Lo siguiente es que el niño aprenda a reproducir los sonidos. “Métodos de estudio dicen que hay un intervalo, llamado tercera menor, que todo niño tiene al nacer. Si la mamá recibe instrucción previa, puede ayudar al bebé a reproducir estos sonidos de manera adecuada”.

Si el niño adquiere afinación, su evolución al lenguaje y el conocimiento de los idiomas y de la música avanzada será mucho más rápida. Un niño con buenos referentes musicales, no estridentes, recibirá estos efectos. Pero un niño expuesto al ruido tendrá problemas de afinación y ritmo. Esto incide luego en dificultades para escribir y aprender cálculo.

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En opinión de Betancourt, YouTube tiene una oferta increíblemente grande de música, pero no hay filtro. “Hay obras muy mal tocadas, y eso no conviene al niño”. Es bueno tener una lista de compositores e investigar qué intérpretes han alcanzado el nivel para ser guías del niño.

Aprender un instrumento

Lo correcto es aprender a escuchar tan pronto como sea posible. Luego el niño pasará a una iniciación musical a los 3-4 años, en que adquirirá cierta simbología y escuchará compositores apropiadas para su edad.

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“Es bueno para el niño escuchar y tener contacto con todos los instrumentos, no solo volcarse al piano y la guitarra. Y la elección debe ser personal”.

La edad ideal, precisa el músico, es cuando el niño puede tocar el instrumento y producir sonidos de manera afinada. En el caso de la guitarra, a los 5-6 años. El progreso, salvo excepciones, será lento, y si el niño persiste, será un aprendizaje de por vida, que requerirá práctica individual y cotidiana, además de contar con instrumentos de buena calidad. No hay tal cosa, dice Betancourt, como dominar la guitarra en pocos años. Este instrumento, como el piano, requiere motricidad fina muy elevada. Observe también el nivel de concentración del niño, que normalmente llega a los 5 o 6 minutos.

Usar bien la música infantil

Es sencilla y divertida, desarrolla apenas uno o dos temas y es favorecedora del ritmo y para que el niño pueda cantar de manera afinada, pues su registro es corto, apegado a las notas naturales de la voz infantil. “Un niño de 3 años canta entre 5 y 6 notas, no más. Si quiere que su niño aprenda a cantar, utilice este tipo de música”, aconseja Betancourt. Es incorrecto, en cambio, forzarlo a cantar composiciones para la voz adulta, e incluso para cantantes profesionales.

Tomar en serio la labor musical

“Estoy convencida de que la escuela debe ser inclusiva; no puedo escoger a los que cantan mejor”, empieza afirmando Natalia Alvarado, pianista, pedagoga musical y directora del coro de primaria de la Unidad Educativa Bilingüe Delta. Se debe permitir a todos los niños participar de la experiencia musical, agrega, y pensar que esto no siempre se limita al canto o al instrumento, sino también a la producción.

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El coro no es una actividad recreativa, enfatiza, sino una inversión de tiempo. Requiere ejercitar la respiración, vocalización y repetición. “Y lo más difícil de alcanzar, tal vez, es interiorizar la música, en especial la clásica”. Un apoyo es la dramatización, que permite familiarizarse tanto como con la música como con el compositor y su contexto.

Es importante la formación de la sensibilidad estética. “No es cuestión de ser expertos músicos, sino de desarrollar habilidades en general. Por ejemplo, hablamos nuestro idioma materno, pero no todos podemos pronunciar bien; la música crea una línea muy fina en la que se discriminan los sonidos para una mejor pronunciación. Quien recibe una educación musical adecuada, puede captar mejor un idioma extranjero”.

¿Qué es una educación musical adecuada? Que la profesora, para empezar, cante bien. Que no se obligue al niño a cantar en registros adultos ni por encima de su volumen natural. “Nadie nace desafinado, en el camino se nos va distorsionando el oído. La falta de ritmo indica deficiencias en la motricidad”. Esto puede evitarse si desde el nacimiento hay una buena compañía musical. “El mal actual es que el tipo de música que se escucha es 98% percutiva y la melodía no llega a encauzar el oído”.

Ser un buen ejemplo

¿Cómo es posible introducir a los niños a música de cada vez mayor dificultad, como la polifonía? Uno de los conceptos principales es que la música coral no realza individualidades, sino trabajo en equipo. “Tiene que ser el ensamble de todo el equipo de trabajo”, dice Jeaneth Baquero, pianista, educadora y directora del Canticorum (coro litúrgico), y de las bandas de rock y pop del Delta. “No se trata de llamar la atención. Implica compromiso, puntualidad y exigencia, sin eso no hay calidad musical. Si se deja de ensayar, se olvida”.

Si usted considera que su hijo tiene mucho talento o los profesores se lo hacen notar, la recomendación de Baquero es que a partir de los 5 años de edad, el niño empiece en un conservatorio, para que haga una carrera musical. “No todos los padres aceptan esto, prefieren que estudien un solo instrumento, pero una educación integral en música sería lo ideal”.

Para los profesores, un consejo especial es: dé el ejemplo. Reúnase con otros maestros que tengan inclinación musical, indica Baquero, miembro de la banda de profesoras del Delta. “Cuando nos ven cantando, los alumnos se motivan muchísimo, piden que se les enseñe un instrumento, se apuntan para estar en las bandas colegiales”.

Pónganse metas altas. “En el año 2011 grabamos un CD con canciones navideñas del coro de secundaria, el Canticorum y el de primaria. Las niñas tuvieron la experiencia de ir a un estudio de grabación. Hicimos un cronograma y las llevamos por grupos de voces. Se sintieron muy motivadas a un trabajo muy fuerte”. Entre estas alumnas estuvieron Nicole Pernigotti, Ceci Juno y Sara Ontaneda, ahora cantantes profesionales.