Msc. Rafael Montalván Barerra
Especialista en lengua y literatura
Las marcas personales son signos indelebles -sobre todo- cuando se trata de construir lenguajes significativos, erigiendo estructuras propias que se constituirán en poéticas dentro de la literatura y sus contextos. Así lo hemos sentido, los ‘lectores benignos’, al acercarnos, por ejemplo, a Oliverio Girondo o a Jorge Guillén,… Y así los ‘lectores benignos’ sentimos a Jorge Dávila Vázquez (Cuenca, 1947) en su poemario ‘Personal e intransferible’, libro que circula bajo el sello editorial de Libresa. Con su lectura percibimos ese implícito misterio lúdico de la danza que se desplaza ante la presencia de la música y su secreto de ángeles, o el despertar de la pintura en su cromática y hechizo: el arte y sus sinfines,… O la prosternación frente a la evocación bíblica; las definiciones líricas y ese respeto silencioso que provocan las imágenes sensoriales en el tema cristiano; también la presencia constante del hablante para justificar los porqués de su canto personal.
Sentimos con emoción hasta el fuerte rumor épico de la cantata: todo lo anterior y más se develan en un discurso poético de resonancias variopintas que trae consigo este proyecto (entrada, fundamento, ocho módulos temático y salida -83 págs.-) que no tiene otro sentido que presentarnos un proponente de voces ancestrales, históricas, culturales, intimistas, amatorias,…, que poseen el don de conmover por su fuerza enunciativa y por la naturaleza de los eventos que designan con autoridad y apasionamiento poético, que son señal de vida y vigor, de ser voces que viajan a lo largo del tiempo, ‘desde el prodigio’ que hizo de Dávila Vázquez: su palabra, la poesía. (O)
