Mientras antes creíamos que los niños se metían en problemas porque tenían demasiado tiempo libre, hoy sabemos que ellos están en alto riesgo de tener problemas emocionales por falta de tiempo para vivir con tranquilidad su infancia. La constante agitación en que los mantenemos impide que, tanto los hijos como nosotros, tengamos el espacio para disfrutarnos y conocernos.