Este año se estrenaron y producido películas y series en torno a la moda y alta costura.  Los fashion films forman parte de la industria cinematográfica y ratifican el nexo entre la gran pantalla y las estrellas más rutilantes de las pasarelas y el mundo editorial. Sus vidas y sus trayectorias se han plasmado en producciones que descubren, sus preocupaciones y obsesiones.

Se podría mencionar al cineasta estadounidense Paul Thomas Anderson, quien dirigió El hilo invisible, una perturbadora historia de amor acerca de un diseñador inspirado en el español Cristóbal Balenciaga; El asesinato de Gianni Versace: American Crime Story, en la que los productores presentan el repentino asesinato del fundador de la casa de moda italiana Versace, en el exterior de su casa de playa en Miami en 1997; El Evangelio según André, que se centra en la vida del exeditor en jefe de Vogue  –que se lanzará en 2019–; Westwood: Punk, ícono, activista, primer documental sobre la vida y la carrera de la diseñadora británica, el cual celebra los logros de la diseñadora en la industria de la moda, así como la influencia cultural de la Reina del punk; The Times of Bill, documental que examina la vida y la carrera del legendario fotógrafo callejero del NY Times, Bill Cunningham. Y, no podía faltar Alexander McQueen.

Este último, bajo el título del apellido del diseñador, está dirigido por Bonhôte y Peter Ettedgui, y entreteje la figura y la obra del “malparado” enfant terrible de la moda. “Mis shows son sobre sexo, drogas y rock n ‘roll. Son emoción y piel de gallina. Quiero ataques al corazón. Quiero ambulancias”. Así definió Lee Alexander McQueen sus desfiles y su vida.

Publicidad

Considerado un rebelde punk que revolucionó el mundo de la alta costura de París –considerada la meca del hilo– y que marcó el comienzo de la era embriagadora y revolucionaria de la cultura contemporánea del Reino Unido conocida como Cool Britannia. La película es una mirada personal de su vida, carrera y de su arte, todo a través de entrevistas exclusivas con sus amigos y familiares más cercanos, archivos recuperados, visuales refinados y música, que se pueden apreciar en este retrato emocionante de un visionario de la moda inspirado, pero torturado.

La historia se divide en seis partes, cada una desarrollada en torno a un momento crucial en su vida, haciendo un seguimiento del McQueen aprendiz al maestro, desde el debut del estudiante hasta la colección final, así como los shows que le dieron fama, los altibajos, los triunfos y los desastres y el ritmo de vida autodestructivo. Además, cuenta la vida de un muchacho de la clase obrera que aprovechó sus demonios y se convirtió en una marca mundial de moda y uno de los artistas más icónicos del siglo.

El filme resalta la iconografía que el propio diseñador imprimió a su obra (oscura, dramática y salvaje), recorre su trayectoria (la profesional más que la vital) divida en cinco capítulos que corresponden a cinco de sus grandes desfiles que van de Jack The Ripper Stalks His Victims (1992) a Plato’s Atlantis (2009).

Publicidad

La producción bucea más en el ensueño gótico y teatral de su trabajo que en la rutina autodestructiva del diseñador. El filme (en el que abunda un interesante material casero) menciona, sin tapujos, las drogas, el sexo duro, la obsesión con estar delgado y, ya con una máscara nueva, reescribir su identidad.

Presión profesional

Publicidad

Se insiste en una industria que alimenta los egos, en la enorme presión profesional que padeció desde su llegada en 1996 a Givenchy, las paranoias, la inseguridad o la deslealtad que mostró hacia algunos de sus íntimos colaboradores. Las voces de algunos miembros de su familia, su hermana y su sobrino, de cómplices y amigos (el más interesante de todos, el español Sebastián Pons), o de Detmar Blow, el marido de la que fue su descubridora y mentora, la también suicida editora inglesa Isabella Blow, abandonada por Alexander McQueen cuando firmó su contrato con Givenchy, ilustran los preámbulos de la combustión final.

La calavera dorada que ilustra el cartel de la película, de la que brotan sinuosas naturalezas, también se evoca dentro de los 111 minutos que dura el filme. El pomposo piano de Michael Nyman subraya la metáfora del fértil espectro con el que se asocia el mundo de McQueen: pájaros, escamas, naturalezas muertas, sangre y dolor, siempre mucho dolor. McQueen decía: “Si te vas de mi desfile sin emocionarte no he hecho bien mi trabajo. No quiero que sea como una comida de domingo. Quiero que salgas sintiendo rechazo o euforia, que sea una emoción”.

Una emoción de oro, como apunta el diseñador estadounidense Tom Ford, que haciendo gala de su expeditiva audacia texana, define a su colega con pocas palabras: “Lee es poético y comercial al mismo tiempo. Es práctico”.

Según declara Sebastián Pons en McQueen, el diseñador le anunció su deseo de suicidarse al final de su último desfile, ante todo ese mundo cuyas miradas tanto lo asfixiaban. Solo cumplió a medias su promesa, optó por ahorcarse en su domicilio después de un banquete de drogas.

Publicidad

La violencia fue siempre parte del sello de McQueen. Forjado en el Londres noctámbulo de los 90, el diseñador emergió en la misma trinchera de artistas tan viscerales y descarnados como la artista británica Tracey Emin.

El episodio del desenlace es uno de los más duros. Mientras prepara su desfile, en la búsqueda de la innovación y la originalidad, Lee utiliza la impresión digital en telas por primera vez para crear sorprendentes texturas: piel de serpiente, medusa, coral, polillas y escamas de peces. El espectáculo y la colección causan sensación, descrita por la escritora Suzy Menkes como “la revolución más dramática en la moda del siglo XXI”.

Su suicidio se produjo días después de que su madre, a quien llamó su “roca”, muere en el hospital. Incapaz de soportar el peso de su vida por más tiempo, se ahorca en la víspera de su funeral el 11 de febrero de 2010.

Otros filmes

Además, otras dos producciones se anunciaron sobre la vida del icónico personaje de la moda. La una es la dirigida por Andrew Haigh y escrita por Cris Urch, basada en el libro Blood Beneat the Ski de Andrew Wilson. Y la otra cinta es The Ripper, escrita por Gesha-Marie Bland, en la que se plasma la relación que existía entre el diseñador y la editora de modas Isabella Blow, quien se convirtió en su musa y lo ayudó a despegar su carrera y colocarlo en la cima. (A. C. J.)

Fuentes: elpais.es y agencias