A diferencia de lo sucedido el pasado 7 de febrero, este domingo no se observó una seguidilla de ciudadanos corriendo al interior de la Universidad de Guayaquil a pocos minutos de las 17:00, cuando se cerraba la jornada electoral, correspondiente esta vez a la segunda vuelta para la elección del nuevo presidente del Ecuador.

A las 16:50, uno que otro sufragante accedía apurado a los predios universitarios. Los votantes que salían del lugar caminaban despacio comentando que no había colas en las mesas.

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“La vez pasada aquí estaba lleno, había cantidad de gente”, comentó un agente privado de seguridad que laboraba en la puerta principal.

Atento a la hora que marcaba su teléfono celular, el uniformado empujó la pared de varillas a las 17:00 y bloqueó el paso, sin afectar a ningún ciudadano. Pero a los pocos minutos empezaron a asomar sufragantes retrasados que solicitaron que les permitieran el ingreso. “Ya no se puede, body” fue la frase que frenó la intención de acceso.

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Danny Orellana y Sebastián Díaz lamentaron que hayan salido tarde del trabajo y que el tránsito estuviese saturado.

“Lo que pasa es que cada votación me cambian, la vez pasada estaba en Economía, ahora Filosofía. La vez pasada me tocó en la Facultad de Ingeniería Industrial”, expuso Orellana, quien dijo que laboraba en una farmacia del sur de Guayaquil.

Entre los vendedores ambulantes, los plastificadores se mostraron satisfechos por la demanda de sus servicios. María Oleas, habitante de la zona conocida como la entrada de la 8, noroeste, dijo que despachó un aproximado de 300 plásticos protectores para certificados de votación.

Quienes vendían botellas de agua y hornado mostraron pesadumbre. En un puesto de comida típica, nueve cubetas de huevos estaban intactas ante la poca demanda. (I)