Su día empieza a las 05:00. A esa hora, Sindia Caicedo se coloca las sandalias y ropa cómoda y empieza su primera labor: atender a su familia.

A sus dos hijos les prepara el desayuno, al igual que a su esposo. En medio de los quehaceres también destina unos minutos para atender a su madre, quien tiene discapacidad por una enfermedad degenerativa.

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Caicedo, de 57 años, dice que tiene la vitalidad de una jovencita, pues todo lo que realiza no la cansa, más bien la motiva a seguir y a ayudar, tal como lo hace desde que era una niña en su natal Esmeraldas.

La guayaquileña de corazón salió de la ciudad de Esmeraldas a Guayaquil a los 13 años. El primer acercamiento que tuvo con la labor social y el trabajo en la comunidad durante su niñez fue de la mano de su abuela en Esmeraldas.

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Su abuelita reunía comida y la entregaba a la gente que la necesitaba. “Esas fueron las primeras veces en las que recibí la sonrisa de la gente y me quedé yo con una sonrisa en mi cara”, relata Caicedo, quien fue una de las siete mujeres que recibieron el reconocimiento Doctora Matilde Hidalgo de Procel, que entrega el Municipio de Guayaquil.

A medida que fue creciendo, Sindia llegó a la adolescencia y, cuando cursaba los últimos años en el colegio Ecuador Amazónico, recuerda que también empezó —de a poco— a acercarse a la labor social.

Mientras era estudiante se convirtió en una especie de profesora de las madres de familia que llegaron a invadir Las Malvinas, sector donde ella vivía en ese entonces.

Tenía 17 años cuando se interesó en enseñar a leer a mujeres, hombres y niños que vivían en el sur. En esos años se convirtió en una de las voluntarias de la jornada nocturna del colegio Camilo Gallegos.

“Esa labor la hice como ocho años, incluso estando en la universidad, sacaba tiempo para hacerlo en un momento del día”, recuerda Caicedo, quien es graduada de la carrera de Educación Física de la Universidad de Guayaquil.

Sindia Caicedo recibió el reconocimiento Doctora Matilde Hidalgo de Procel. Foto: Francisco Verni Peralta

Mientras cursaba sus años de universidad conoció a una profesora que la impulsó a realizar este voluntariado.

Durante los años, como una persona de apoyo para gente de su comunidad, también participó en brigadas que se coordinaban con fundaciones y el Municipio de la ciudad.

“Conocí todo lo que era buscar ayuda para sacar a los chicos de sitios abandonados e insertarlos en actividades buenas y educativas”, manifiesta.

Tras quedarse sin trabajo, Sindia Caicedo pasó a dedicarse a tiempo completo a liderar proyectos en Las Malvinas. Su familia se convirtió en su motor para seguir, ya que tiene el apoyo de su esposo y de sus hijos, de 28 y 26 años.

“Yo empecé a aprender, ya sabía que en el Municipio podía hacer eso o con las fundaciones. Ahí empecé a ofrecer, a hacerme presente, a llevar brigadas, a ayudar a los chicos”, relata la lideresa.

Ella cuenta que la puerta de su casa pasó de abrirse una sola vez al día a recibir, cada hora, a personas que la buscan para emprender nuevos proyectos.

“Mi puerta nunca deja de sonar, mi nombre nunca deja de sonar a diario, porque así como yo me lleno con su gratitud, ellos también ven en mí a una persona que puede hacer algo”, dice Caicedo.

Sindia relata que siempre se ha considerado una mujer activa y que no puede quedarse con los brazos cruzados. Por ello, el liderar ayuda para la gente del sur de Guayaquil, para los niños, la mantiene llena de energía a diario.

“He ayudado a inscribir a personas adultas, hicimos inscripción a niños que entran a la escuela y que no habían podido estudiar. Si por algún motivo no pueden ir a la escuela, los preparo en la casa, pero hacemos que nunca dejen de estudiar”, recalca la lideresa.

En 2019 recibió uno de los primeros reconocimientos por su labor, que poco a poco empezó a ampliarse.

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Al darse cuenta de que quería llegar a más personas, Caicedo formó un grupo con 40 líderes. Cada uno tiene a su cargo zonas en el sur de Guayaquil. “Me di cuenta de que necesitaba ayuda, y ahí empecé a coordinar con más gente para llevar más mi labor a las personas”, manifiesta Sindia.

Actualmente, organiza brigadas médicas, campañas de prevención de salud y programas culturales, promoviendo la participación activa de mujeres y jóvenes.

Además, como presidenta del Comité Comunitario de Gestión de Riesgos y secretaria del Comité de Salud Distrital, impulsa proyectos sociales, fomenta la unión comunitaria y defiende los derechos de personas en situación de vulnerabilidad.

Desde lo más profundo de su corazón, Sindia Caicedo espera continuar con su ayuda a las personas más vulnerables.

“Hasta que Dios me dé vida me veo haciendo lo que hago, recorriendo mi ciudad, escuchando lo que quieren mis vecinos, mi comunidad. Me veo haciendo esto muchos años más y espero que Dios me lo permita por mucho”, expresa. (I)