En medio del continuo paso de vehículos y peatones, sobre una acera, Rodolfo Ayora se muestra concentrado, sentado en un banco plástico mientras toma su pincel y paletas de colores con los que va realizando los trazos que dan forma a un nuevo paisaje.

Este escenario se da en una de las esquinas más representativas de Guayaquil, en Boyacá y 9 de Octubre.

Desde hace unos tres meses, el trabajo de Ayora atrae las miradas y halagos de ciudadanos que circulan por esa zona. Allí, en una pausa de sus labores, él menciona que optó por esta labor como medio de subsistencia y con el fin de cultivar la admiración al arte entre los ciudadanos de esta urbe y visitantes.

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De lunes a sábado, este guayaquileño, de 46 años, se ubica en la zona para realizar sus obras que principalmente se concentran en la elaboración de pinturas de paisajes abstractos y figurativos, así como de puntos icónicos de la urbe y todo tipo de animales.

A plena luz del día, él coloca sus lienzos para ejecutar su obra en vivo para los espectadores que circulan a pie por la acera e incluso los ocupantes de automotores que transitan en vehículos o buses de Metrovía.

“Hago arte en vivo para que vean que es un trabajo artístico, que no es una lámina o foto pegada, es una pintura en un bastidor. Es algo auténtico lo que llevan”, explicó.

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El hombre, que estudió en la escuela de Bellas Artes Juan José Plaza, lleva treinta años con su relación con la pintura, estuvo en el preuniversitario de licenciatura en arte, pero por falta de facilidades y económicas se dedicó a otros menesteres, como laborar en una empresa de seguridad durante 15 años.

Luego de dejar de lado esas labores en la seguridad, en los dos últimos años desempolvó su paleta de colores para comenzar las obras desde cero en la vía pública y llegar hasta la etapa de exposición con todos sus detalles en el mismo sitio.

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Antes, un año atrás, él se ubicaba en la zona bancaria, en las calles Panamá y P. Icaza, pero a fin de atraer a mayor público se colocó en ese punto por tener trajín turístico de visitantes que puedan apreciar el arte.

Rodolfo Ayora muestra dos de sus pinturas. Foto: Jorge Guzmán

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“Siempre me ha gustado la pintura y estaba cansado de la seguridad, me quise a dedicar a lo que tanto me ha gustado que es el arte. Hay días que se venden y días que nada; poca gente aprecia el arte”, mencionó.

Sobre este proceso de elaborar cada cuadro, él contó que cada obra le puede tomar dos horas y media a tres horas, desde el inicio de fondeo de acuerdo a la obra con tonos cálidos o pasteles, después los colores que ya plasmará en la obra de acrílico sobre lienzo. Al día realiza un promedio de dos cuadros.

“Más se paran a observar que a comprar, dicen qué buen trabajo, bonito, felicidades. Mucha gente sí aprecia la pintura”, dijo entre risas, mientras insiste en que los extranjeros son los que más adquieren su arte.

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Una a una de las obras las coloca sobre una acera para la admiración de los usuarios, mientras sigue con la inspiración en más obras.

Cada obra de este artista se puede ofrecer en $ 25 para las que tienen medidas de 30 por 40 centímetros (cm) y $ 50 de 60 por 40 cm.

Los interesados en adquirir sus cuadros pueden acercarse a su puesto en Boyacá y 9 de Octubre y también por su cuenta de Instagram (@Ayorarodolfo).

Él resaltó que aún queda camino para que la ciudadanía aprecie el arte de los pintores locales.

En el futuro, este ciudadano espera tener su propio local o taller para sus pinturas y la oportunidad de una inversión para realizar una determinada cantidad de obras que le permitan exponer en algún espacio público o museo.

“Que haya más oportunidad para el arte”, dijo. (I)