Laja María Muñoz Cevallos cumplió 100 años este miércoles, 11 de octubre, y su numerosa familia planea una celebración por todo lo alto en un salón de eventos del norte de Guayaquil para este sábado, 14 de octubre, ya que esperan la llegada de una de sus hijas que vive en España.

Aunque la centenaria mujer no nació en Guayaquil, lleva más de 30 años en la ciudad. En el sector de La Prosperina vive con sus hijos, quienes se turnan por días para cuidarla, aunque generalmente pasa con una de sus hijas menores.

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Laja tuvo 14 hijos (7 aún viven), 122 nietos, 66 bisnietos y 3 tataranietos.

Pese a su edad y a que ha desarrollado un grado de sordera y tiene dificultades para pronunciar algunas palabras, ella es aún muy independiente, destacan sus familiares.

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“Camina sola, quiere hasta cocinar y se enoja si no la dejamos lavar los platos. Además, aún tiene su carácter y cuando nos reta nos pellizca”, comenta entre risas Valeria Cedeño, una de sus nietas.

Sus hijos coinciden en que solo necesita ayuda para ducharse y para vestirse, porque ella se levanta sola de la cama y empieza su día leyendo la Biblia cada mañana.

Laja María Muñoz Cevallos nació en Canuto, Manabí, en 1923 y hace 30 años se mudó a Guayaquil. Este miércoles 11 de octubre cumple 100 años. Foto: Francisco Verni Foto: El Universo

La cumpleañera nació en la provincia de Manabí, en el recinto Río Grande que pertenece al cantón Canuto. A sus 20 años se trasladó a Quevedo, vivió en una finca con su esposo y ahí tuvo a su familia.

Con el pasar de los años sus hijos se fueron trasladando a Guayaquil y al enviudar, hace 30 años, dejó la finca, comentan sus nietos.

Al consultarle por el secreto de su longevidad, Laja y su familia coinciden en que la comida sana de la finca y su paz mental.

Celebran los 100 años de una lojana que procreó 8 hijos

“Allá cosechaba todo lo que comía y criaba los animales. Cuando íbamos a visitarlos mi madre mataba tres gallinas para todos. Mis padres vivieron de lo que sembraron”, dice José, uno de los hijos de la centenaria mujer.

En los últimos años Laja ha desarrollado párkinson y aunque aún puede caminar su mano derecha tiembla. Además, toma medicamentos para mantener su presión arterial normal.

“Mi madre ha tenido una vida tranquila y desde hace 50 años es cristiana. Estamos convencidos de que Dios le ha regalado esta larga vida”, indica otro de sus hijos.

Pese a la vida tranquila y la paz que lleva la adulta mayor en su corazón le ha tocado enterrar a algunos de sus hijos. El mayor de ellos murió en 2020 por COVID-19 y tenía entonces 77 años. Era pastor evangélico y su pérdida fue muy dura para Laja.

Para ella es una bendición haber cumplido 100 años y poder celebrarlos junto a los suyos. (I)